tú y yo somos

De delincuente a ángel de la guarda

FERRAN MONEGAL

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Inquietante criatura la que visitó a Buenafuente (La Sexta) en la madrugada de ayer. Se llama Dani El Rojo. Y de él nos decía el showman: «Ha sobrevivido a 19 impactos de bala, tres cuchilladas, y muchas reyertas con bandas y con la policía». ¡Ah! Diablos, qué elemento, pensabamos en casa un poco acollonados. Pero a medida que avanzaba la conversación nos fue invadiendo un gran afecto por este Dani, imponente ser humano, metro 90 de estatura y 100 quilos de peso. Fue un tipo de cuidado, sí, allá por los años 70 y primeros de los 80. Robaba bancos y joyerías. Estaba pringado hasta las cejas de heroína y cocaína. Y deambulaba sumergido en las aguas residuales más sórdidas y de mayor delincuencia de Barcelona. Lo contó él mismo, sin aspavientos, pero con un acento de inequívoca verité y franqueza: «Yo era muy joven. Quince, 16 años apenas. Influencias raras. Todo llegaba de golpe. Lo quería experimentar todo. Era un tiempo en que en los ambientes underground lo cool, lo que estaba bien visto, era meterse heroína y cocaína precisamente. Luego, mas tarde, después de la cárcel y mil historias, me di cuenta del error y cambié». Efectivamente. Hoy, años después de todo aquello, Dani tiene una vida limpia y honesta, trabaja de ángel de la guarda de artistas y cantantes, desde Loquillo -buen amigo suyo- hasta Paulina Rubio o Enrique Bunbury, y recuerdo que tiempo atrás le vi incluso protagonizar unas píldoras audiovisuales que emitía Canal+, la mar de divertidas, unas historias de delincuentes de pacotilla, una banda de chapuceros que se llamaban Los matarile. Me reí mucho con aquellas historietas, chistes puestos de pie. Ahora, con esta entrevista -y con el libro que Ediciones B acaba de publicar sobre su vida-, queda bien perfilada la trayectoria vital de este Dani, antaño delincuente y hoy elemento de fiar, o sea, lo que llamaríamos un buen tipo, que nada tiene que ver con aquel otro Dani El Rojo -aquel héroe del mayo del 68, Daniel Cohn-Bendit, que gritaba por los bulevares París: «¡Levantad los adoquines que debajo está la playa!»-, pero con el que igualmente me iría a tomar unas cañas ahora mismo. Resumiendo: buena entrevista, buen material humano, útil incluso como didactismo. Qué diferencia con la de Cantizano del otro día (Informe 3, A-3), que decía: «¡Exclusiva! El hombre que apuñaló ¡hasta cuatro veces! a Míster España». ¡Ah! Era tanta su alegría que dio la sensación de que, sino apuñalas a alguien, no eres nadie en la vida.