tú y yo somos tres

Dos Carolinas, la religión de Boris

FERRAN MONEGAL

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No ha hechoAlbert Om, en su nueva entrega deEl convidat (TV-3), de invitado deBoris Izaguirre, propiamente hablando. Más bien parecían dos turistas de viaje. De entrada, no se han reunido un fin de semana, sino un martes. Y añadamos que la realidad existencial deBorisha resultado impenetrable. En Madrid se han reunido en una especie de segunda guarida, piso alternativo, o como el propioBorisdefinió:«Es mi refugio, mi marido Rubén aquí no entra, tiene que llamarme antes». O sea, el pisito al margen de su domicilio conyugal. Y en Barcelona pernoctaron en un hotel. Es decir,Boris se ha protegido eligiendo escenarios de una asepsia notable, lo cual demuestra una meditable prevención a mostrar su intimidad. ¡Ah! Quizá porque durante tantos años ya se prestó a ser posturista, sin reservas, delante de las cámaras deCrónicas marcianas, programa del que, curiosamente, no habló, ni citó, ni recordó -nunca habla de aquella época televisiva, y que fue su trampolín fundamental- y en cambio sí repitió que quiere ser recordado«como finalista del Premio Planeta y como persona simpática». Interesante. Otro golpe luminoso de esteBoristan aparentemente extrovertido, y tan críptico en realidad, fue comprobar sus ambientes de Madrid, y los que eligió en Barcelona. En la capital del Estado, fiesta en el tiovivo del pintoresco glamur que allí se gastan cuando se reúnen florecillas de huertos tan dispares como las Carmen Lomana, Isabel Preysler, Susanna Griso, Judit Mascó, Ana García Siñériz...¡Ah! Qué jardín que en Madrid cultivaBoris. Con razón, cuandoOmle preguntó:«¿Eres religioso?», contestó:«Creo en Carolina Herrera y en Carolina de Mónaco». En cambio, cuando aterrizaron en Barcelona,Boris nos enseñó a su antigua portera, doñaTeresa, curiosa señora que circula por el inmueble con un agapornis colgado de su hombro; y luego cenachiccon criaturas finas, como elextrincoToni Cruz, el arquitectoÓscar Tusquetso la editoraElisenda Nadal, y conversación culta y civilizada acerca de si la frivolidad es una espuma, un posturismo, una superficialidad, o puede ser entendida como una sublimación de la cultura y del arte, cosa que defendíaBoriscon entusiasmo. Al final de este viaje, acabaron sentados en un banco yBorisconfesó que ha dejado Catalunya porque no puede soportar no haber aprendido, ni entender bien, el catalán. ¡Vaya!, con la cantidad de años que estuvo aquí, también es mala pata.