tú y yo somos tres

Las uñas de Montilla

FERRAN MONEGAL

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Si hacemos abstracción por un momento de esa discutible, muy discutible, pasión que les ha entrado a los políticos por subirse aLa noria (T-5), cabe reconocer que le han hecho un trabajo primoroso y delicado alpresidentde la Generalitat, José Montilla.No le han ahorrado las interrupciones publicitarias -cuatro en total, cada 18 minutos aproximadamente-, incluidos dos reclamos de«¡Mande un mensaje a este teléfono que tenemos para usted 30.000 euros!»,con Jordi Gonzálezde pie, incentivando la llamada del dinero, y elpresidenta su lado, sentado en la silla, esperando a que acabase el anzuelo de los euros; o sea, la pasta por encima de las instituciones. Pero al margen de estos golpes decaja-y-cobro,es verdad que el trabajo ha sido cariñoso. No solo por los cuidados vídeos acerca de la trayectoria deMontilla-el chavalín que llegó a Catalunya con una maleta rota y que ha llegado apresident-, sino también por la intersección de una entrevista grabada a su esposa,Anna Hernández,que ha significado un contrapunto, o complemento, al quietismo de su esposo. Han logrado plasmar un tándem existencial marido-mujer que a lo mejor deberían tomar nota los asesores deMontilla:las cálidas pinceladas deAnna Hernándezconsiguieron un clima, una proximidad, a tener muy en cuenta. TambiénJordi Gonzálezha estado cuidadoso. Hubo un momento en que, advertido por el propioMontillade que tenía el vicio de morderse las uñas,Jordile hizo allí mismo la manicura alpresident, un detalle muy hermoso, y le daba consejos y le explicaba un método para que dejara de comérselas. ¡Ah! Esemomento uñasha sido muy bueno. No sabemos cómo ha sido digerida esta entrevista porArtur Masy sus asesores, pero me atrevo a suponer que ha debido generar un poco de celos. Sobre todo el papel dePilar Rahola.Es verdad quePilar no ha tenido conMontillalos espasmos y los éxtasis que le sobrevinieron hace unas semanas cuando estuvo su muy admiradoArtur sentado en esa misma silla; pero había que ver cómo arreabaPilaraAlfonso Rojocada vez que este periodista intentaba morder aMontilla.Le decía:«¡Por Dios Alfonso! /../ President, páguele una semana en Barcelona, ¡a ver si se cura! /../ ¡Alfonso, que no te enteras! /../ ¡Hijo, eres monotema!»,y así todo el rato; yMontilla se divertía enormemente, y el público asistente también. Quizá no tanto en el sancta sanctorum de Convergència.