FIN DE EMISIÓN

Libertad de cuajo

La cantante Marta Sánchez, en una foto reciente.

La cantante Marta Sánchez, en una foto reciente.

OLGA Pereda

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La principal misión de un periodista es (al menos, debe ser) preguntar. La entrevista no es un género periodístico fácil. Que se lo digan a los periodistas políticos cuando tienen delante un ministro o un presidente de Gobierno. Que se lo digan a los periodistas económicos cuando se sientan frente al todopoderoso presidente de un banco. Que se lo digan a los periodistas culturales cuando tratan de tú a tú con una vaca sagrada del cine. Que se lo digan a los periodistas deportivos cuando tienen que sonsacar algo interesante a un futbolista.

Hace falta profesionalidad y cuajo para aguantar el tipo en esas cuatro situaciones. Pero hay otro escenario que requiere triple ración. No tanto de profesionalidad sino de cuajo. Y es tener una cámara al hombro, un micrófono en la mano y preguntar a alguien a quemarropa sobre lo más íntimo de su vida.

Este verano, los telespectadores estamos viviendo-sufriendo segundo a segundo la separación entre la cantanteMarta SánchezyJesús Cabanas. Hace pocas semanas, ella misma lo anunció en televisión (también hace falta cuajo), y al mismo tiempo que nos contaba sus miserias matrimoniales, pedía a los reporteros que la dejaran un poco tranquila. Algo falla, ¿no?

Era de esperar que sucediera todo lo contrario. La separación y los malos momentos que ambos están pasando rellenan la parrilla de los programas rosas, incluido el amableCorazónde TVE.

Los reporteros llevan todo el verano persiguiendo aMarta Sánchez. Muchos pensarán que es su problema, que si hubiera tenido la boca cerrada no estaría siendo acosada por la prensa. ¿Y qué pasa con su todavía marido?Jesús Cabanasregresaba el otro día a su casa después de correr por su vecindario. Venía empapado en sudor y nada más llegar a la puerta de su casa se encontró con una reportera que le puso el micrófono encima y le preguntó por las fotos en las que se veía a su todavía mujer con otro hombre. Hace falta cachaza.

Y todavía muchos se preguntan por quéPenélope CruzyJavier Bardem(por poner dos nombres) han construido una trinchera entre ellos y la prensa. ¿Están obligados los mal llamados famosos a hablar de su vida privada siempre que alguien les meta un micrófono en la boca en mitad de la calle, en un aeropuerto o en un bar? ¿Eso es libertad de información? ¿No es más bien libertad de cuajo?