tú y yo somos tres

Duran Lleida, el Pepito de la Sinda

Ferran Monegal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Estos viajes al pueblo que practica el programaVolver con... (TVE-1) son un cóctel de nostalgia y de almíbar, pero nos entretienen mucho. Esta semana acompañaron aJosep Antoni Duran Lleidaa su localidad natal, Alcampell. Allí siempre le han llamado elPepito de la Sinda, porque su abuela se llamabaGumersinda. Parece queDuran,en sus años mozos, era un pincel muy desinhibido. Formaba parte de una banda de elementos estupendos a los que llamabanEls cavalls,porque entraban en los bares, al galope tendido, y dejaban el local como dejabaAtilalas estepas de Manchuria: arrasadas y sin una brizna. Como dandi y conquistador parece que también era superlativo. Mientras visitaba la escuela donde comenzó los estudios recordó el día que le dio el primer beso a una chica. Dijo que fue dentro de uno de esos bidones que nos mandaban los americanos llenos de leche en polvo. ¡Ah! Yo también recuerdo haber tomado aquel engrudo. Nos lo enviabaEisenhowerporque tenía mala conciencia: regaba Alemania con miles de millones de dólares, y a nosotros nos mandaba la polvorienta espuma de una leche que ni era leche, ni nada en absoluto. Hombre, al menosDuransupo sacarle partido a esos bidones: allí escondido, abrazadito a sus compañeras, hacía efectivamente de auténticoPepito.

COROS Y DANZAS .–No es un mal invento este programa que acaba de estrenar A-3TV bajo el títuloMegaplayback. Irradia buen rollo y simpatía. Hasta ahora, cuando llegaba el verano, las cadenas montaban concursitos invitando al plató a multitud de vecinos de rupestres municipios, mogollón de criaturas, y los enfrentaban entre sí. Les obligaban a realizar pruebas tremebundas. Y siempre acababan enlodados en palanganas, o embestidos por alguna vaquilla. EnMegaplayback, en cambio, es la tele la que va a los municipios. Y les invitan a que monten una coreografía, un espectáculo coral, entre todos, por las calles de la villa. La tele pone las cámaras y la música, y el pueblo las ganas de divertirse. Lo más bonito es ver cómo se implican los vecinos. He visto en Monforte del Cid a un puñado de abuelitas haciendo simpáticos posturismos. Movían sus 80 abriles al compás del garbo de la música. ¡Ah! No hay maldad en este programa. Hay alegría. Son los coros y danzas de antaño, pero ahora bien entendidos. Sin yugos, ni flechas, ni aguiluchos, ni consignas. Y apto para todos los públicos.