Lory Money

De la manta a la red

Con un móvil, mucho humor y un gran olfato de la 'cultura 2.0', un inmigrante senegalés que llegó a España tras ocho días en una patera y un valenciano han reventado Youtube. En sus vídeos, con 24 millones de visitas, se ríen de Ana Botella y el pequeño Nicolás

Dara Dia, alias Lorey Money. La 'fiera' de Youtube, enValencia, el pasado miércoles.

Dara Dia, alias Lorey Money. La 'fiera' de Youtube, enValencia, el pasado miércoles.

JUAN FERNÁNDEZ

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La historia de Lory Money demuestra hasta qué punto internet y las redes sociales han reescrito les leyes del éxito y han democratizado el acceso al fervor popular hasta bajarlo a la mismísima calle. Su testimonio es el relato del sueño americano -en su caso, europeo- versión 2.0 y la prueba de que hoy, para triunfar, solo hace falta tener un cierto talento natural, mucha capacidad para empatizar con la gente, un teléfono móvil y una cuenta en alguna red social. En el ¿y por qué no lo intentamos? estaba el secreto.

A Dara Dia, senegalés de 35 años, le dijeron que en Europa el dinero corría a chorros. Eso fue en el 2006. Tentado por aquel canto de sirenas, un día decidió dedicar los 1.000 euros que había ahorrado su madre a pagar su pasaje en la patera que le llevaría desde las playas de Dakar hasta Canarias. Desde entonces, su vida ha sido la continua confirmación de que las cosas no son como le contaron, ni como él las imaginó.

Aquella travesía, en la que viajaron apiñados y de pie 80 subsaharianos, no duró tres días, como le habían prometido, sino ocho, y a punto estuvo de costarle la vida. Tampoco en España le aguardaban las oportunidades para ganar dinero a raudales que le habían asegurado, sino el Centro de Internamiento para Extranjeros de Tenerife, donde le retuvieron dos semanas antes de enviarlo a la Península.

Caer bien a la gente

Pero tampoco el éxito lo ha encontrado a este lado del océano como esperaba. Pensaba que volvería pronto a su país tras ahorrar un puñado de euros haciendo trabajos físicos y anónimos, pero hoy, aunque todavía no maneja la riqueza que evoca su nombre artístico, Lory Money es un ídolo en las redes sociales, sus vídeos han sido vistos 24 millones de veces a través de su canal de Youtube, en el que cuenta con 84.000 suscriptores, ha puesto voz a campañas de publicidad, vende camisetas decoradas con las expresiones que se inventa e incluso tiene un contrato con una multinacional del disco.

¿La fórmula? Su capacidad para caerle bien a la gente, su afición al rap y la suerte de haberse cruzado con Cristian Ramírez, un veinteañero espabilado y astuto, con un olfato especial para detectar los gustos de su generación, tan adicta al móvil y las redes sociales, y que comparte su misma pasión por la música y el humor. «A mí lo que me gusta es reírme con la gente, tú ya sabes», dice el senegalés a modo de tarjeta de presentación en la terraza del bar Fox, junto al Mercado Central de Valencia, donde Cristian trabajaba de camarero y ambos se conocieron.

A Dara pocos le llaman hoy por su nombre. Para la gente de Valencia, donde le paran a cada paso para pedirle selfies, es «Lory, el rapero cachondo de Youtube», igual que para su larga parroquia de fans de internet. Él ya era famoso en estas calles antes de dar el salto a las redes sociales. Después de varios años vendiendo cedés piratas en la acera, se había ganado el cariño de los puestos del mercado y los bares cercanos por su simpatía y sentido del humor. Siempre de broma, sin borrar nunca su imperturbable sonrisa, más que clientes, tenía seguidores.

Un día del 2010, él y Cristian se pusieron a hablar de música. Al siguiente, Dara le llevó una canción de rap que había grabado la noche anterior con el móvil. «¿Por qué no intentamos hacer algo juntos?», le propuso el español, aficionado a mezclar bases de hip-hop en su ordenador. En pocas horas alumbraban su primer hit, Santa Claus, en el que se reían de las vicisitudes diarias del mantero para esquivar a la policía. Sin más aspiración que alargar las carcajadas, poco después grababan un videoclip con la cámara del teléfono y lo subían a Youtube. Para su sorpresa, en una semana alcanzaban 100.000 visitas. «¿Quieres ser famoso? Pues prepárate, que lo vas a ser», le dijo Ramírez.

«Desde ese día tuve claro que esto iba a funcionar», recuerda el músico. Con la misma actitud desenfadada, poco después montaban una canción para sacarle punta a la expresión Ola ke ase, que en aquellos días empezaba a circular en los mensajes del móvil, y que ellos ayudaron a popularizar. El impacto fue instantáneo: durante las siguientes horas, las visitas en Youtube subían de 100.000 en 100.000 (va por los 9 millones). Habían dado con la fórmula secreta de la viralidad en internet.

Latiguillos famosos

«Nuestro plan es montar vídeos y canciones que nos hagan reír tanto que necesitemos pasárselos rápidamente a los colegas, porque eso hará que ellos también necesiten pasarlos a otra gente», explica Ramírez, un nativo digital de 25 años que echó a perder su expediente académico cuando llegaron a su vida los teléfonos móviles y las redes sociales. Parece que ahora ha empezado a amortizar tantas horas perdidas en los entornos digitales.

A aquellos temas les siguieron otros en los que se cachondeaban de realidades costumbristas, como las fallas valencianas y el alioli, o hitos populares, como el famoso Relaxing cup de Ana Botella y el pequeño Nicolás, su último bombazo. «Un día, en una fiesta, vimos que todo el mundo estaba hablando del chaval. Emocionados, nos fuimos a casa y en dos horas teníamos la canción. Ese fin de semana grabamos el vídeo con el móvil y el lunes estaba en Youtube. Se dispararon las visitas», cuenta Lory para explicar su proceso creativo.

Dara pone la impronta personal -suyos son los latiguillos «suag», «flow», «suuuu» y «ahá», que repite continuamente, y que ya son marca de la casa- y Cristian añade el instinto para convertir en pólvora viral cada ocurrencia que lanzan a internet. «Aún no manejamos mucho money, pero ya no trabajo en la manta», sonríe el senegalés. El sello Universal firmó con ellos un contrato y la cadena de bares 100 Montaditos les encargó un vídeo publicitario, pero sus principales vías de ingresos son los shows que montan en discotecas y las piezas de merchandising que venden desde su web.

Su plan es seguir haciendo coñas de las noticias de la actualidad. «Vamos a ser cronistas de la sociedad, como los programas de la tele», sugiere Cristian. A largo plazo, su horizonte es otro. «Sueño con tener una mansión en Senegal», suspira Lory.