ENTREVISTA

Charles Martinet: "Super Mario me hace feliz"

La voz desde hace 26 años de Super Mario ha asistido a la Barcelona Games World

EL PERIÓDICO / BARCELONA

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Charlar con Charles Martinet (California, Estados Unidos, 1955) es toda una experiencia. Cada respuesta va acompañada de locuciones (“Mamma mía!”; “Let’s play!”) reconocibles por prácticamente tres generaciones de jugadores de videojuegos: es la voz de Super Mario desde 1990. Ha asistido a la Barcelona Games World.

-Habla usted un español muy bueno.

Desde 1968 al 1971 o 1972 vivimos en España. Era una país muy diferente al de ahora, una dictadura... Pero el corazón de los españoles era ya muy abierto, muy cariñoso. Ahora hay mucho más color, claro. Mi padre trabajaba en una compañía en Bélgica, y decidió mudarse a un lugar con menos frío. Estuvimos en Madrid, Santander, Barcelona... Y en esta última teníamos el mar, podíamos pescar... Y disfrutar mucho de la comida.

-¿Cuándo decidiste a ser actor?

-Yo quería ser abogado o diplomático, pero en la universidad decidí parar los estudios por un trimestre. Un amigo intentó que fuese con él a clases de actuación, pero yo era muy vergonzoso y le dije que no. Al final me convenció diciendo que había en el teatro una cafetería y podía trabajar allí... pero su plan era que hiciese al final una prueba. Estaba temblando, pero me dijeron que lo hice bien. Mi sueño entonces era hacer el papel de Oberon en 'Sueño de una noche de verano', y empecé a estudiar, a leer mucho... Hasta que un teatro profesional hizo una prueba para el papel y me cogieron. Hace 40 años de eso... 

-¿Cómo surgió la oportunidad del doblaje?

Hice 10 años teatro, y también mucho doblaje para radio, televisión, vídeos para compañías... Mucha animación en general, pero no videojuegos porque entonces los juegos no tenían suficiente memoria para incluir voces.

-¿Cómo le dieron el papel de Mario?

Yo estaba como todos los actores, sin poder trabajar, tirado en la playa tranquilamente, cuando un amigo me llamó y me dijo que tenía que ir a Las Vegas a un cásting para un voz. Yo no quería, pensaba que era perder el tiempo, pero finalmente me presenté. Cuando entraba ya estaban recogiendo, ya se iban, pero conseguí que me dejasen hacer la prueba. Me dijeron que el papel era para un fontanero de Brooklyn, y lo primero que pensé es que tendía que ser una voz un poco borde. Pero al pensar que era un videojuego, tenía que ser todo lo contrario. De pronto gritaron “acción!” y empecé a hacer voces y a inventarme historias sobre pizzas con salchichas y espaguetis. Hablé durante media hora con la voz que sería de Mario, hasta que gritaron “corten”. Me dijeron que ya me llamarían, lo que en el mundo de los actores significa que jamás contactarán contigo. Pero la persona de la sala llamó a Nintendo para decir: 'lo tenemos'.

-¿Qué pensaste la primera vez que viste cómo era Mario?

-Hasta entonces nunca antes había visto un videojuego donde el protagonista fuese un personaje de verdad, con corazón, que se comportaba como una persona. Si juegas desde el primer Mario hasta el último, se ve que la aventura continúa. Tengo la suerte de que ese día quise hacer un personaje lleno de alegría, y 26 años después sigo haciendo de Mario. Y espero al menos serlo otros 26 más.

-¿Has doblado más videojuegos?

-He hecho unos 100 videojuegos más, quizá 200 más, pero mi favorito es Mario. Yo quiero ser como él, lleno de alegría, cuando me encuentro con dificultades gritar 'Let’s go!', con optimismo, amor... Yo quiero ser feliz, y Mario lo consigue.

-¿Siempre de Nintendo o de otras empresas?

-Nintendo tiene algo mágico. El mundo del videojuego les ama, es como una ola, es una empresa maravillosa con personajes que todos quieren.

-¿Juegas mucho a los videojuegos de Mario?

-Sí, juego a todos los videojuegos... El problema es que no juego muy bien. Llego siempre al nivel que la princesa no está en ese castillo...

-¿Cuál es su favorito?

-Cada vez que juego a Super Mario Galaxy, me hace reír mucho. Y también recuerdo que la primera vez que jugué al Super Mario Bros jugué durante toda la noche. No sabía hacer largos saltos, y tuve que esperar a que llegase la mañana para poder llamar por teléfono a un amigo y que me dijese qué botones del mando apretar.