Noche de psicosis en la orilla del mar

El recuerdo de la cercana tragedia de Portugal llevó a muchos a rehuir la carretera y refugiarse en la playa

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J. C./ SEVILLA

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En pocos minutos, un infierno. Así describieron los vecinos de Mazagón (Huelva) la situación vivida la noche del sábado, cuando contemplaron atónitos cómo la columna de humo que se apreciaba a las afueras del pueblo se tornaba en voraces <strong>llamas </strong>que llegaba hasta las mismísimas puertas de sus casas. En la cabeza de muchos se repitieron las dramáticas escenas del incendio de hace una semana en Pedrógão Grande (Portugal), donde decenas de personas quedaron atrapadas con sus coches cuando huían, y prefirieron refugiarse durante la noche en la orilla del mar. “Vámonos corriendo para la playa”, fue el grito de guerra.

Durante toda la noche se vivieron escenas de ansiedad pánico. Nada más decretarse el nivel 1 de emergencias por incendio forestal, los miembros de protección civil se pusieron a recorrer los diseminados a voz en grito instando a los vecinos a “desalojar la zona”. El cámping Playa de Doñana, con 1.500 veraneantes, fue uno de primeros en evacuarse por la presencia de intenso humo y cenizas que hacía el aire irrespirable. Algunos testigos relatan el nerviosismo de esos primeros momentos, con gente precipitándose a toda velocidad con sus coches y saltándose la valla de entrada o colisiones por alcance ante la premura por salir de allí. Ya fuera con lo puesto o con las maletas hechas deprisa y corriendo.

CAMAS PARA LOS NIÑOS

Ya de día, los desalojos se repitieron también en poblados chabolistas, donde todavía quedaban inmigrantes aprovechando los últimos coletazos de la temporada de la fresa. También hubo quien, como los ocupantes del Centro de Atención a Drogodependientes, optaron de forma voluntaria por desalojar las instalaciones en previsión de tener que hacerlo horas más tarde.

En total, fueron desalojadas unas 2.300 personas, la mayoría de las cuales se dirigió a sus viviendas habituales o a casas cercanas de familiares.750 tuvieron que ser realojadas en distintas instalaciones municipales y deportivas, donde la noche se hizo larga por el temor a lo que pudiera ocurrir a sus casas y pocos durmieron. Los vecinos de las zonas más alejadas del incendio también se ofrecieron a echar una mano, y muchos prestaron sus camas a los más pequeños y ofrecieron agua o mantas para hacer más llevadera la noche bajo el manto de ceniza.

DOMINGUEROS ATRAPADOS

El miedo se prolongó durante toda la jornada y, como el fuego, se reavivó en la tarde del domingo, cuando cientos de veraneantes de fin de semana tenían que regresar a sus domicilios en Sevilla o Huelva para retomar su jornada laboral el lunes. La carretera de salida de una de las playas más concurridas, Matalascañas, se mantuvo cerrada al tráfico para dejar trabajar a los bomberos, por lo que muchos se vieron atrapados. Y el miedo y la psicosis se hicieron fuertes. Tanto, que desde el Ayuntamiento de Almonte, de quien depende la playa, se tuvieron que lanzar mensajes de calma recordando que el corte de la vía era preventivo y el riesgo inexistente para el núcleo de viviendas, de ahí que fuera innecesario que muchos buscaran, de nuevo, refugio en la orilla.