En Málaga

17 años de cárcel para un hombre que ahogó al hijo de su pareja en una balsa

El acusado pensaba que el pequeño, de tres años y medio, interfería en su relación

juez

juez

JULIA CAMACHO / SEVILLA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La Audiencia provincial de Málaga ha condenado a 17 años y medio de cárcel a Antonio F.A, de 23 años, por el asesinato con alevosía del hijo de su pareja, de apenas tres años, al que dejó que se ahogara en una balsa en la sierra dejó ahogara balsa en la sierray dificultó su localización dando hasta tres versiones distintas de cómo lo había perdido. El fallo considera probado que, para el acusado, el menor era un “estorbo en su relación de pareja”, y de hecho el tribunal popular que lo declaró culpable entendió que se trató de una muerte “deliberada y por venganza hacia la madre”.

La sentencia señala que Antonio, que padece una leve deficiencia mental, planeó de forma deliberada la muerte del niño “eligiendo la forma, modo y lugar adecuados, así como ideando un plan para eludir la responsabilidad que de sus actos pudiera derivarse”. Primero contactó con el padre biológico del niño, a quien explicó que los cuidados de la madre no eran los más adecuados e incluso ofreciéndose a ser testigo en una hipotética causa judicial.

Al no surtir efecto, el 9 de febrero de 2015, tras una leve discusión con la madre del niño, fue a recoger al pequeño Alejandro al colegio, como hacía en otras ocasiones, y lo llevó a un paraje en la sierra que rodea Málaga. Sobre las 16 horas envió un mensaje a la madre del niño fingiendo que estaban en un centro comercial, cuando en realidad estaban descendiendo por un camino “de difícil tránsito”, para acceder a una balsa de riego. El joven aprovechó una rotura en la valla metálica que la protegía para entrar en el recinto, y “sabedor de que el menor no sabía nadar, y prevaliéndose de su evidente superioridad física, lo arrojó sin miramientos al interior de la balsa, dejando que se ahogara”. El fallo recoge que, dadas su edad y sus circunstancias, el  niño “no pudo oponer ninguna resistencia”.

TRES VERSIONES DE LA PÉRDIDA

Desde allí, continuando con su plan, se encaminó al centro comercial cercano, desde donde ya tenía pensado decir que el niño se le había perdido. Antes de llegar, avisó a varios familiares de que se había despistado y no encontraba al niño en el macroestablecimiento, y cuando llegó contó esa misma versión a un guardia de seguridad del local.

Fue en ese momento, más de una hora después de la muerte del niño, cuando se inició su búsqueda, a la que rápidamente se sumaron Policía Local y Guardia Civil. Las cámaras de vigilancia del centro comercial fueron determinantes para destrozar su coartada, dado que le registraron entrando solo, y acorralado por su propias mentiras, el acusado dio hasta tres versiones y ubicaciones del lugar donde lo había perdido, motivando nuevos dispositivos de búsqueda. Primero dijo que se perdió cuando, pese al fuerte temporal que había, estaban dando un paseo por la playa, y más tarde se buscó al niño en unos acantilados cercanos donde el acusado dijo que se podía haber caído o incluso que lo tiró.

El cadáver, no obstante, no apareció hasta esa madrugada en una balsa de riego destinada a los servicios contraincendios en un paraje recóndito de los Montes de Málaga. El acusado reconoció que el menor, que presentaba signos de ahogamiento, se había caído en la balsa y que él “no hizo nada para ayudarle, porque se bloqueó y asustó muchísimo y no supo reaccionar y resolver la situación” que él mismo había creado porque no sabía nadar bien y tenía ciertas limitaciones psíquicas.

En este sentido, según la sentencia, el acusado padece un déficit de inteligencia en grado leve o ligero, “pero sin la intensidad suficiente para que suponga una merma sobre la imputación delictiva por la que se le acusa, conservando sus facultades de entender y de querer en relación con el hecho imputado”, por lo que no se ha tenido en cuenta circunstancias atenuantes.