Gente corriente

Carme Bonifaci: «La lana era un bien del valle, como las gallinas y el huerto»

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MAURICIO BERNAL

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Carme Bonifaci nació en Santiago de Compostela a mediados del siglo pasado pero vivió casi siempre en El Masnou. Buena parte de su existencia ha estado ligada a la lana, como la de otros a la madera o a los tomates o a los ordenadores, y es eso, una especie de sueño de lana, lo que cultiva en el Vall d'Aran, donde se instaló hace una década.

-Miguel y yo somos muy allegados a la naturaleza y... Y las condiciones de la casa eran buenas, económicamente hablando, así que decidimos comprarla e instalarnos aquí.

«Aquí» designa Bausen, un pequeño pueblo cerca de la frontera con Francia, el lugar de operaciones del proyecto que desde hace unos tres años está en el centro de sus esfuerzos: recuperar la lana de oveja aranesa.

-Y una vez instalados pensé: «Me monto mi taller en esta casa y trabajo desde aquí». Porque, verá: yo quería diseñar mi propia lana. Trabajando en la tienda pensaba eso, que me gustaría hacer una lana a mi gusto.

La lana siempre ha sido parte de su vida, y ahora trabaja para recuperar la de la oveja aranesa. 

-Hablemos de esa tienda. Dos tiendas, en realidad. En la primera trabajé con la que fue mi mentora, Núria Juncosa, que me enseñó todo lo que sé en lo referente a la técnica. Allí estuve seis o siete años y después montamos con una socia nuestra propia tienda de lanas. Le estoy hablando de El Masnou. Ambas estaban en El Masnou.

-Así que el deseo de hacer, de diseñar su propia lana, lo vino a hacer realidad aquí.Sí. Una vez aquí, como al final acabas conociendo a todo el mundo, a todos, incluyendo a los pastores, vi que los que no tenían grandes rebaños, la lana, la tiraban. Así que hablé con ellos. Me interesó de entrada porque es algo de aquí, del propio valle. Además, la oveja aranesa es una especie en peligro de extinción, no quedan más de 4.000 o 5.000 ejemplares, y recuperar el valor económico de su lana es una forma de protegerla.

-¿Usted misma hace el hilado? No, no, no. Por mi trabajo tenía mucho contacto con hilaturas y ahora trabajo con dos, una en Castilla y una en Francia. Pero mi objetivo es que esta lana se haga en el valle. De hecho, el sector de la lana llegó a tener aquí mucha importancia, había hilaturas por todas partes, llegó a haber dos fábricas. La lana era un bien del valle, igual que las gallinas, igual que el huerto. Con lana se hacían los edredones, los colchones, la ropa interior, todo. Hasta los años 80 hubo muchas tiendas de lana por aquí, pero cuando empezaron a abrir las estaciones de esquí la economía de la región cambió y muchas cosas desaparecieron, entre ellas la lana.

-Una pregunta abierta. ¿Por qué la lana? Quiero decir…La lana, sí. No sé, siempre me ha gustado, es cálida, es suave, es un bien de la naturaleza. Me gusta que la lana se consigue del animal sin matarlo y luego le vuelve a crecer, y es ignífuga, y es impermeable, y deja transpirar, y hasta sirve para hacer casas.

-¿Casas de lana? Búsquelo y verá. Las yurtas de los mongoles. Se hacen con lana.

-¿Se podrían hacer con lana aranesa? Le explico, existen 10 clases de lana. La mejor, la número uno, es la merina, y en esa escala la aranesa se clasifica entre el 4 y el 5. Quiero decir que no es una lana excepcional, pero es una lana buena. Sería excepcional si se sometiera a una serie de procesos químicos, pero a mí no me interesa.

-¿Le gustaría que la lana volviera a ser algo importante en el valle? Por supuesto, aunque nunca volverá a ser lo que era. Mi proyecto, como ya le dije, es que haya una hilatura en el valle, pero también una escuela de telares, me estoy moviendo para que eso se monte aquí, que dé puestos de trabajo y que en los telares trabajen personas en riesgo de exclusión social, discapacitados. Veremos qué pasa.