La voluntad... divina

Una pareja escucha el sermón del párroco durante su enlace matrimonial.

Una pareja escucha el sermón del párroco durante su enlace matrimonial.

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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Desde que asumió el papado, son habituales los sermones de Francisco en los que los destinatarios no son solo los fieles a los que llevar por el buen camino. En sus palabras es frecuente hallar mensajes para los religiosos que ejercen prácticas con las que el Pontífice no comulga. La última muestra se produjo en una reciente liturgia en la que alzó la voz contra las parroquias que se convierten en «casas de negocios» al cobrar por los sacramentos. «¿Cuántas veces entramos en una iglesia y vemos la lista de los precios para el bautismo o la bendición? El pueblo se escandaliza», aseguró el Papa. Una práctica que realizan muchas parroquias catalanas aunque, sin ánimo de discrepar con Francisco, rebaten que sea con un fin lucrativo.

Es el caso del Obispado de Urgell, donde su vicario general, el padre Ignasi Navarri, pide «dejar muy claro» que no son tarifas al uso, sino «cifras orientativas de la aportación voluntaria que se suele hacer» cuando se oficia alguna ceremonia en sus templos. «En el caso del bautizo son 30 euros, la boda oscila entre 50 y 60 euros, a no ser que sea en la catedral, donde ronda los 200 euros porque hay más gastos, como el organista», asegura. Los entierros, precisa, ascienden a 48 euros. «Cuando ves lo que cuesta el ataúd, el tanatorio y otros servicios, es una aportación testimonial», asegura.

E incide en que solo persiguen «cubrir los gastos de la celebración», sin intención especulativa, puesto que «muchas veces» los propios particulares preguntan: «Padre, ¿con cuánto hemos de contribuir?». Cuestión de tradiciones: «Hace más de 30 años que funciona así», sostiene.

PAGAR LUZ Y CALEFACCIÓN

Obispados como los de Girona Solsona dicen no fijar tarifas y se remiten a «la voluntad», sin más. «Cada parroquia hace lo que quiere. En algunas celebraciones se paga lo que quiera cada persona y puede que haya iglesias que indiquen aportaciones, pero no por un criterio de la diócesis, ni tenemos constancia de que lo hagan», se justifica desde la sede ilerdense. Pese a las diferencias entre obispados, el padre Navarri matiza que no recibir nada por las celebraciones «es ficticio». E insiste: «Nadie habla de cobrar, sino de donaciones».

Los matices aparecen al consultar en cada obispado, como se aprecia en el de Vic. Allí se pagan 25 euros por un bautizo y 60 por un entierro, pero no hay una cifra fija para las bodas. «En una parroquia en el mismo municipio son 90 euros, y 125 para monasterios o ermitas; para no feligreses [empadronados en otras localidades] son 125 euros en una iglesia parroquial y 150 en santuario o ermita», explica el vicario general, el padre David Compte. Precisa que son números «aprobados por la curia diocesana» que cada iglesia puede adaptar en función de costes variables «como la luz o la calefacción». Y se afana en recalcar que se abonan «en la medida de lo posible», subrayando, al igual que los demás obispados, su voluntariedad.

En la diócesis de Sant Feliu de Llobregat, el vicario general, el padre Jaume Berdoy, detalla que en cada parroquia hay folletones con las «indicaciones orientativas» para los rectores: 30 euros por bautismo y primera comunión; 100 euros para boda de feligreses y 150 de no feligreses, y 60 euros por funeral. Expone que las aportaciones pueden ser superiores o inferiores, pero que ningún sacramento se dejará de celebrar si no hay contribución.

CULTURA

Berdoy expone su «plena sintonía con las palabras del Papa», puesto que los sacramentos «tienen un valor espiritual que no se paga con dinero» «Por eso, ante las dudas habituales de los fieles que preguntan qué han de aportar se indican unas sugerencias, nunca obligaciones, para la acción pastoral y el sostenimiento de las iglesias», añade.

Tampoco se dan por aludidos con las palabras del Pontífice en la diócesis de Urgell. «Entiendo sus palabras, pero no nos criticó, porque ofrecemos los sacramentos a quien lo pide y ninguno se queda por hacer por cuestiones económicas», expone el padre Navarri. En su opinión, Francisco se refiere «a prácticas de Sudamérica» y apela a cuestiones culturales. «Aquí sale de la gente. Como sale de ellos limpiar voluntariamente la iglesia, o que un albañil la reforme desinteresadamente. Y es porque la gente, sobre todo en los pueblos, siente la iglesia como suya», agrega.

Otra forma de interpretar las palabras del Pontífice llegan desde el Obispado de Terrassa, en cuya catedral se cobran entre 200 y 250 euros por hora en cualquier sacramento, según explica su rector, el padre Fidel Catalán. «Siempre digo que con la cantidad que indicamos podemos cubrir gastos, que es voluntario y, sin más, les dejo el sobre», aclara. «Lo que hace el Santo Padre es una crítica del abuso y estamos de acuerdo, porque el sacramento en sí no tiene precio», dice.

Las diócesis están seguras de que obran con corrección, sin ánimo de lucro ni de contradecir el discurso del Pontífice, del que se destaca que «hasta ahora no se ha traducido en ningún decreto». A falta de saber en qué se concretarán sus palabras, el Papa avisa: «Cuando la casa de Dios se convierte en una casa de negocios es imposible perdonar».