EL DEBATE PEDAGÓGICO

¿Viven sobreestimulados el verano los niños y adolescentes de hoy?

«Las expectativas de los padres sobre el inglés o el progreso en un deporte puede desmotivarlos», advierte un experto

LA CONRERIA Colonias organizadas por la fundación Pere Tarrés en Tiana.

LA CONRERIA Colonias organizadas por la fundación Pere Tarrés en Tiana.

CARME ESCALES / BARCELONA

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Casi tres meses por delante dan muchísimo juego. Pero ante el deseo de muchos padres de sacar partido de cada actividad estival para mejorar o engrosar el currículum de sus hijos, psicólogos y pedagogos acentúan el necesario equilibrio entre descanso y estimulación de los menores. «El verano es tiempo de descanso y desconexión, tiempo de compartir más con la familia y de cambiar los ritmos», expresa Susana Escardibul, pedagoga de la Fundació Catalana de l’Esplai (Fundesplai). «Claro que la mayoría de entidades como la nuestra aportan un sentido pedagógico a sus propuestas de experiencias en colonias, campamentos, rutas o 'casals' de verano, pero siempre priorizando la libertad de los participantes para decidir realizarlas, y que el objetivo principal no sea el valor educativo, ni la mera conciliación familiar y laboral», puntualiza la pedagoga.

«El menor debe estar en el centro de la acción y las actividades deben apuntar más a su creatividad, romper con el espacio habitual –lamentablemente durante el curso pasan muchas horas sentados en nuestro rígido modelo escolar–; en verano el contacto con la naturaleza, el movimiento favorecen otros tipos de aprendizaje no institucionalizado, por ejemplo, la cooperación con los otros niños y niñas», señala Escardibul. «Y especialmente para tantos niños en situación de más vulnerabilidad, la posibilidad de participar de campamentos y otras actividades de verano es mucho más positivo que quedarse en casa», añade.

«Habría que saber por qué motivo algunos menores no quieren hacer nada. Tal vez las expectativas de sus padres sobre su avance en inglés o su tecnificación en futbol, puede desmotivarlos», indica el coordinador de los centros de esplai y socioeducativos de la Fundació Pere Tarrés, Albert Riu. «La elección de las actividades debe darse en una máxima simbiosis y una escucha activa de lo que prefiere el menor», añade.

«Lo ideal es combinar nuevos aprendizajes con habilidades sociales, que son cosas que jugando también se puede hacer, porque después de la estimulación continuada del curso, la distracción, el ocio y la desconexión del ritmo del día a día, que lo pasen bien, es muy necesario», precisa Elsa Martín, psicóloga clínica infantil y juvenil del Institut de Neurometria Aplicada (Innea).

Martín recomienda esa combinación de aprendizajes diferentes durante el tiempo de ocio, «sobre todo en julio. En agosto, debería haber tiempo libre para todo el mundo, unas semanas para no hacer nada y descansar mentalmente, y que se aprovechara para compartir más tiempo en familia», dice.

NUNCA SE DEJA DE APRENDER

«El verano forma parte del aprendizaje, porque siempre estamos aprendiendo», sentencia el escritor, pedagogo y maestro, ahora jubilado, Jaume Cela. «Lo más importante es que niños y niñas puedan ir sumando experiencias diferentes, y los esplais, que son un pilar fundamental en ese gran desequilibrio entre las vacaciones laborales de los padres y las vacaciones escolares, tan difícil de salvar porque implica un compromiso de toda la sociedad, lo hacen muy bien, y con una amplia oferta», dice.

«Cuanto más diferentes sean las experiencias que vivan los menores, más riqueza les aportará», apunta Cela, miembro asesor del Consell Escolar de Catalunya. «Yo no condeno nada, pero quien se queda en casa sin apuntarse a nada en verano, lo más probable es que se quede jugando a las maquinitas o mirando la tele», afirma. «Como todo en la vida es cuestión de equilibrio, y las experiencias estivales permiten además descubrir más de cada persona, por ejemplo sus miedos», apunta.