INFORME de la agencia de derechos fundamentales

La violencia sexista azota a una de cada tres europeas

EVA PERUGA / Bruselas

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Aquí están los datos. La Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA, en sus siglas en inglés) interpela a la sociedad con el mayor informe sobre la violencia contra las mujeres hecho en los 28 países miembros de la UE, realizado a partir de 42.000 encuestas y cuyo título resume el estado de la cuestión: 'Cada día y en todas partes'. Primero: el 33% de las europeas mayores de 15 años han sufrido violencia física o sexual en el último año, lo que se significa 62 millones de mujeres.

El mismo porcentaje resulta cuando se abordan estos abusos en la infancia, uno de los novedosos y sorprendentes apartados de la macroencuesta presentada ayer en Bruselas. El director de la FRA, Morten Kjaerum, lo advierte: «Estos datos no pueden ser ignorados. El sondeo revela que la violencia física, sexual y psicológica contra las féminas supone una gran violación de los derechos humanos en toda la UE». Y ellas lo saben: el 78% de las encuestadas consideran «muy común o bastante común» la violencia machista en su país. En España, el 22% denuncia haber sufrido violencia física o sexual.

Clima general

La falta de cifras era un problema, puesto que la mancha de aceite de la agresión contra la mujeres quedaba oculta y paralizaba la toma de decisiones de los estados y del conjunto de la UE. La FRA utilizará las suyas para forzar un cambio inaplazable ante el extendido ataque a los derechos de la mujer, incluida su dignidad, según la agencia de la UE. Las declaraciones de las 42.000 encuestadas sirven para sacar a la superficie la extensión de la violencia en casa, los espacios públicos y 'on line'. En las preguntas y el análisis de las respuestas se revela la necesidad no solo de nuevas leyes, sino de la creación de un clima general, en el que estén implicados desde la policía a los servicios de sanidad, para favorecer la denuncia de las agresiones, que siendo diarias no son reconocidas por la mayoría de las personas, incluidas muchas veces las propias víctimas. Algunas son nuevas, como las vinculadas a las nuevas tecnologías (un 11% de ciberacoso).

La macroencuesta también desgrana una amplia tipología de acosos, incluido el vinculado a la falta de libertad económica: no poder tomar decisiones financieras domésticas ni hacer compras de forma independiente, o no poder decidir trabajar fuera del hogar. O la violación en el matrimonio, para la que reclama un cambio legislativo de forma que se equipare a la perpetrada fuera de él.

Cambios necesarios

Pero no son estos los únicos cambios a los que lleva la investigación de la FRA. Cómo es posible que, en el siglo XXI, el 55% de las encuestadas (el 50% en España) declaren haber padecido acoso sexual y el 32% de estas, a manos de un jefe, colega o cliente. En estas cifras se puede hallar una de las claves. El informe es una pieza concluyente para desmontar el mito de que la violencia machista ocurre solo en las parejas y que la agresión empieza y acaba con el asesinato de ellas. No es así. Pese a que los datos hablan de una frecuencia y extensión de la violencia enormes, el sondeo puede quedarse corto. Una de las respuestas así lo apunta: el 67% de las encuestadas no informaron del incidente de violencia en pareja más grave a la policía o a una organización. ¿Por qué? Tal vez porque, según señalan el 74% de las víctimas de acoso, el episodio más grave que sufrieron no mereció la atención policial.

Para poner de relieve algunos de los retos cuando se observan los datos oficiales de la justicia penal para tratar de estimar la magnitud de la violencia contra las mujeres, el ejemplo de las cifras sobre la violación es ilustrativo. La FRA destaca que las estadísticas judiciales reflejan más los mecanismos de recogida de datos y la cultura de la denuncia de la violación que la «extensión real de este delito». En el periodo 2005-2007, el European Sourcebook indicaba que en Suecia la tasa de violaciones era de 47 por cada 100.000 mujeres, y de 2 por cada 100.000 en Grecia y Hungría. Más cercanos a la realidad, los datos del FRA dan ahora una media del 5%. Las variables como la misma definición de violación, el reconocimiento por parte de las mujeres de que es un delito, la existencia de la cultura de la denuncia y el desarrollo de las investigaciones, detenciones y sentencias son determinantes para los resultados.

El contraste

El caso de Suecia es paradigmático para explicar la diferencia de datos entre países. Faro de la igualdad en la UE, Suecia muestra unos altos índices de violencia física y sexual (28%), en contraste con el 13% de Hungría, Eslovenia y Polonia. No es que Suecia sea más violenta, sino que las suecas tienen una conciencia superior de qué son las agresiones y cuentan con más protección del Estado y con la seguridad de que el agresor será perseguido.

La existencia de la violencia cotidiana se refleja en el temor confesado por las mujeres. Las jóvenes, especialmente las menores de 30 años, muestran una preocupación superior a ser agredidas física o sexualmente en público que en la esfera privada. Las mayores de 50, por contra, temen el ámbito privado. La edad, pues, es un factor determinante. La violencia impacta en sus vidas y deja profundas secuelas en ellas. El 21% de las europeas temen aún ser víctimas de un asalto físico o sexual. «Es una respuesta racional a una amenaza real», concluye el informe (http://fra.europa.eu/en/theme/gender).