EXPOSICIÓN CONTROVERTIDA EN EL BORN

El escultor rojo de Franco

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ANDREU FARRÀS / BARCELONA

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La exposición 'Franco, Victoria, República. Impunidad y espacio urbano', que el Ayuntamiento de Barcelona ha decidido organizar para este octubre, no solo ha levantado una acalorada controversia entre los partidos. La muestra del Born Centre de Cultura i de Memòria reunirá dos estatuas cuyos autores, Frederic Marès y Josep Viladomat, protagonizaron una curiosa crónica de rencillas de divos.

La historia tiene su prólogo nada menos que en 1902, cuando el Ayuntamiento de Barcelona decide erigir monumentos en memoria de tres catalanes egregios: mosén Cinto Verdaguer (Diagonal-paseo de Sant Joan), el doctor Bartomeu Robert (plaza de la Universitat) y Francesc Pi i Margall (Diagonal-paseo de Gràcia).

En este último caso, pasaron 13 años hasta que se puso la primera piedra del monumento proyectado por Miquel Blay, pero las convulsiones políticas no permitieron avanzar mucho más. Hubo que esperar a la proclamación de la Segunda República para levantar el homenaje de piedra a Pi i Margall, aunque el proyecto no sería el inicial de Blay. El consistorio republicano decidió alzar un obelisco rematado con una alegoría de la República y, en el pedestal, un medallón con la efigie del federalista barcelonés que en 1873 presidió la Primera República durante un mes y siete días. Se convocaron concursos para la escultura y el medallón. Los ganaron Josep Viladomat y Joan Pié, respectivamente.

ENTRE LA SOTANA Y LA FULANA

La inauguración también se tuvo que posponer. Estaba prevista para noviembre de 1934, pero los ‘Fets d’Octubre’ obligaron a retrasarla hasta abril de 1936. El nuevo monumento levantado en el Cinc d’Oros dio lugar a chascarrillos. Algunos chistosos compararon a la mujer desnuda del obelisco con Margarita Carvajal, una sensual vedet de la época, porque, como ella, tenía "gràcia al cul". Y otros simpáticos, cuando se citaban para pasear por la Diagonal entre la estatua de Verdaguer del paseo de Sant Joan y el nuevo monumento del paseo de Gràcia, decían que quedaban entre "la sotana y la fulana".

El franquismo, como era de esperar, acabó con la beldad republicana y mutó el simbolismo del obelisco. La estatua de Viladomat fue retirada en 1939 y fue a parar a unos almacenes municipales. A los pies del obelisco fue colocada otra estatua femenina, obra de Frederic Marès, algo más cubierta por sugerencia eclesial, que también había competido en el concurso del ayuntamiento republicano, pero que, según Viladomat, no había obtenido siquiera un accésit. El 'noucentista' Marès era bien visto por el nuevo régimen, que le encargó numerosas obras y restauraciones a lo largo de la dictadura. En lo alto del obelisco fue colocada un águila imperial. Oficialmente, el monumento pasó a denominarse de la Victoria. Popularmente, la plaza era conocida como 'del Loro' o 'del Lápiz'.

UN SAPO

El furibundo Viladomat, que tildaba a Marès de "fascista" y "sinvergüenza", por colaborar con la autocracia, tuvo que tragarse un buen sapo del régimen en los años sesenta. El Ayuntamiento de Barcelona, presidido por José María de Porcioles, decidió agasajar al dictador con una estatua, en agradecimiento por la cesión del castillo de Montjuïc. A Porcioles le costaba hallar un artista reputado. Pero las musas le fueron propicias. Al poco, Viladomat fue detenido por la Guardia Civil bajo la acusación de contrabando. El escultor, con casa en Andorra, compró allí un coche de importación a mejor precio que en Catalunya. Como condición, debía hacerlo circular medio año como mínimo en Andorra. Y la Guardia Civil le pilló sin permiso con el 'haiga' cuando salía de cenar en Barcelona. Viladomat, al verse entre rejas, pidió auxilio a Porcioles. El alcalde-notario le prestó ayuda a cambio de un pequeño favor: esculpir una efigie ecuestre del dictador. Viladomat lanzó unas cuantas blasfemias y aceptó el encargo. Y la escultura del 'caudillo' fue inaugurada el 17 de junio de 1963 en el patio de armas del castillo de Montjuïc. Eso sí, sin la firma de Viladomat.

Marès falleció en Barcelona en 1991, después de dejar una amplia colección de arte reunida en el museo que lleva su nombre cerca de la catedral. Su ‘Victòria’ permanece en el almacén del MUHBA de la Zona Franca desde el 2011. Viladomat murió en Escaldes-Engordany en 1989. Siete años antes, en 1982, se proclamó "juancarlista" y participó en la inauguración en Barcelona de la escultura de Pau Casals que labró en 1940, durante el exilio del violonchelista en Prada de Conflent. Su 'Franco' ha estado arrinconado desde el 2008 -y decapitado desde el 2013- en un almacén municipal de Via Favència, a menos de un kilómetro de su hermana 'La República', que se exhibe lozana en la plaza del mismo nombre que hasta hace poco se denominaba de Llucmajor. El mundo del arte también es un pañuelo. Y no siempre limpio.