REACCIONES A LOS ESCÁNDALOS SEXUALES

Lo nunca visto en el Vaticano

El exnuncio detenido por pederastia Jozef Weselovski.

El exnuncio detenido por pederastia Jozef Weselovski.

ROSSEND DOMÈNECH / ROMA

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«Con el arresto del exarzobispo y exnuncio termina una época». Alberto Melloni, historiador de la Iglesia, interpreta así la evolución del Vaticano frente a los abusos sexuales de menores de edad cometidos por sacerdotes. Primero de forma titubante y en muchos casos aún encubridora con Juan Pablo II, con nuevas normas y leyes bajo Benedicto XVI y, ahora, asumiendo un caracter ejemplar y público con el papa Francisco.

La detención del arzobispo Jozef Weselovski, exnuncio del Vaticano en la República Dominicana, es «una inequívoca decisión política de Francisco», considera Velasio de Paolis, cardenal y miembro del Supremo vaticano. Según él, con el arresto «han sido cancelados para siempre los privilegios de los clérigos». El cardenal subraya: «Hasta ahora, la Iglesia no había juzgado nunca un delito de pederastia desde un punto de vista criminal, sino solamente disciplinario».

La detención ha causado impacto en el Vaticano y en los ambientes católicos y es posible que en los próximos meses salgan a la luz nuevos casos e informaciones sobre pederastas de alto rango eclesial.

De momento, el semanario Familia Cristiana -un millón de ejemplares de tirada- ha abierto foros online en los que el director responde a los comentarios sobre pederastia eclesial. La Radio Vaticana tampoco silencia ya este escabroso asunto.

CIERTO EMBARAZO / En su día, el anterior Papa, Benedicto XVI, mandó colgar en el portal del Vaticano las informaciones sobre los abusos de menores, que allí se van amontonando, pero ahora el tema está en todos los portales y agencias de información católicos. Al entrar en el Estado pontificio y preguntar en estos días se percibe embarazo, pero también alivio por el aireamiento de lo que hace solo hace dos años el cardenal Angelo Sodano aún calificaba en plena plaza de san Pedro de «chismorreos». Chismorreos: unas 5.000 víctimas certificadas, o el doble según otras estimaciones fiables no completamente contrastadas.

En poco más de 15 años, la jerarquía católica ha pasado de trasladar de una parroquia a otra a los eclesiásticos pederastas, ocultando el escándalo pero multiplicando al mismo tiempo los casos de abusos, a encerrar en la cárcel a un nuncio pederasta. Es posible que otros se añadan ahora a los 850 curas ya reducidos al estado laico entre el 2003 y el 2013 por esta imputación y a los cuatro obispos actualmente bajo investigación. La política de «tolerancia cero» que impuso Juan Pablo II al episcopado estadounidense en el 2000, cuando la cuestión llegó por primera vez de forma colectiva al Vaticano, se ha concretado definitivamente solo ahora.

UN ESCUDO / La información sobre el arzobispo arrestado «es ciertamente una noticia justa, pero incompleta», ha escrito Joaquín Navarro-Valls, quien fue portavoz de Juan Pablo II, escudándose en el dato de que la mayoría de los abusos de menores se producen en el ámbito familiar. «Aquí estamos identificando a los curas, persiguiéndoles y tomando decisiones, pero espero el día en que otras categorías tomen en serio el drama de la pederastia, porque no es sólo de la Iglesia», acusa Nunzio Galantino, secretario de los obispos italianos.

Más allá de los lamentos, el arresto del exnuncio, ya degradado en junio a la condición de laico, es un hecho histórico, sin precedentes, aunque para Francisco parece ser solo un punto de partida. El objetivo manifestado en varias ocasiones es un cambio de mentalidad que, después de haber reformado la economía vaticana para proporcionarle transparencia, en el 2015 debería concretarse en un cambio de toda la estructura central de la Iglesia.

Pero un año y medio después de su elección, el Papa explica que no le está resultando nada fácil. El sábado pasado, evocando la historia de los jesuitas, usó un dramatismo inédito, más propio de Joseph Ratzinger que de Jorge Bergoglio. Empleando la metáfora de la Iglesia como «la barca de Pedro», dijo: «Tenemos que remar juntos, también el Papa rema en la barca de Pedro». Y repitió seis veces las palabras «remar» y «juntos». «De nuevo la pequeña barca de la Iglesia es sacudida por el viento de las ideologías y parecen condenarla al hundimiento», agregó. El campechano Bergoglio nunca había hablado así.

La actitud de Francisco de enfocar las cuestiones desde la óptica de las personas, dejando en segundo plano las normas, no es compartida por una parte significativa de los cardenales y del gobierno central de la Iglesia. La cuestión se ha agudizado en vísperas del sínodo sobre la familia que empezará este domingo en Roma. Cinco cardenales con un libro y otros eclesiásticos con discursos y entrevistas reivindican la prevalencia de las leyes católicas sobre la vida concreta de las personas (véase la información adjunta).

«Existen resistencias internas más o menos veladas y más o menos organizadas, que se han aliado con algunos circuitos mediáticos para deslegitimar todo lo que haga o diga Francisco», ha escrito Andrea Tornielli, vaticanista de La Stampa, subrayando que «se trata de un grupo que no está satisfecho por la elección misma de Jorge Bergoglio».