fiasco ferroviario

"Cuando no es el robo de cable es otra cosa"

fotomaton rodalies

fotomaton rodalies / periodico

FERRAN COSCULLUELA / MOLLET

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A las 7.30 horas de la mañana la actividad en la estación de Mollet-Sant Fost comenzaba a incrementarse. La mayoría de los usuarios llevaban con resignación las alteraciones del servicio, conocedores de la incidencia que desde ayer ha puesto patas arriba varias líneas ferroviarias de Rodalies, especialmente la R-8, que ha quedado cortada, la R-11 y la R-2, con trenes bajo mínimos (dos a la hora, si se puede) y con unos horarios imprevisibles. A otros pasajeros, más despistados o viajeros ocasionales, la avería les cogía con el pie cambiado y sus planes del día se veían drásticamente alterados por lo que descargaban su indignación con el personal de la compañía.

“¿Para ir a Barcelona? ¿Para ir a Granollers? ¿Para llegar a Sants?” “!Esto es increíble, ya van dos días! ¿Cuándo lo arreglarán?”. Un aluvión de preguntas en el día después del robo de cable de cobre que ha afectado a la infraestructura que eran atendidas por los cinco informadores que a esas horas había en la estación. Un refuerzo de plantilla para gestionar el desorden ferroviario que también se ha extendido a la seguridad, con cuatro guardias y dos coches patrulla de la Policía Local.

TRANSPORTE ALTERNATIVO

Para tratar de hacer frente al desaguisado, Renfe ha puesto en marcha un servicio de transporte alternativo por carretera que, todo hay que decirlo, funcionaba razonablemente bien en la hora punta, con autocares que llevaban a los pasajeros desde Granollers o Mollet hasta la estación de Sant Andreu Arenal, en Barcelona, para que allí pudieran proseguir hasta su destino con el metro o con los trenes de cercanías que sí funcionan con normalidad.

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Aún así, el impacto sobre los desplazamientos habituales y la vida diaria de los usuarios es inevitable. Como le ha ocurrido a Mónica Cano, que ya llegó el martes por la tarde con más de una hora de retraso a su domicilio debido a la avería y que la mañana de este miércoles ha tenido que desplazarse a Barcelona en autocar. “Trabajo en una administración de fincas y para llegar a Sants tendré que coger el metro. No sé a qué hora llegaré, pero seguro que entraré tarde en el trabajo. Si no es el robo de un cable de cobre es otra cosa, pero siempre estamos igual”, lamenta antes de subirse al autocar de las que sale a las 7.50 horas.

RECUPERAR EL RETRASO

Raquel García trabaja en un laboratorio farmacéutico situado en Mollet y es el caso contrario. Ella tiene que desplazarse desde El Prat de Llobregat, donde reside, a la localidad del Vallès Oriental. “El tren no ha ido bien, aunque tampoco ha sido como ayer, que tarde tres horas y media en regresar a casa, cuando normalmente empleo una hora y cuarto en ese viaje”, explica. El convoy de la R-2 que la ha llevado a Mollet ha llegado con un retraso de unos 20 minutos y ha perdido el minibús que debía llevarle hasta su trabajo.

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“Legaré tarde y tendré que recuperar, pero pediré hacer jornada intensiva saltándome la comida para no regresar tan tarde a casa”, comenta esta usuaria, que en los dos años que lleva utilizando esa línea ya ha vivido numerosos incidentes.

Pero no todos los viajeros optan por los autocares que Renfe ha puesto a su disposición. Muchos de ellos se aventuran a esperar que llegue algún convoy de la R-2. Es el caso de Sergi Trascastro, un joven universitario que estudia animación 3D en Barcelona.

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“Normalmente cojo el tren de las 7,30 horas, porque tengo que estar en clase a las ocho y media. Calculo que hoy llegaré una hora y media más tarde”, comenta. Y lo peor de todo es que si la avería se prolonga tendrá que suspender sus desplazamientos para estudiar, porque le será imposible regresar a tiempo para su trabajo de la tarde. “Me levanto a las seis para llegar a tiempo y aquí estoy”, lamenta poco antes de tomar, por fin, el tren a las 8.45 horas.

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Lluís Fabré se lo toma con más calma. Tiene la suerte de que en su trabajo no le meten prisa y se puede permitir el lujo de esperar el tren lo que haga falta. Otra cosa es si esa paciencia se mantendrá todos los días que dure la avería, ya que Renfe no tiene todavía una previsión sobre cuando estará subsanada. Todo indica que va para largo. "Si esto se prolonga, al final tendré que coger el coche para ir a Barcelona, con lo que supone de tiempo perdido en atascos y dinero en párkings", reconoce. 

{"zeta-legacy-phrase":{"name":"Isabel Bele\u00f1o","position":"desempleada de mollet","text":"Tengo que ir a buscar un papel a Rub\u00ed para cobrar el paro. Renfe no da una buena soluci\u00f3n para llegar\""}}

CASOS DESESPERADOS

El de Isabel Beleño es un caso aún más desesperado. Vive en Mollet y tiene que desplazarse a Rubí, pero como la R-8 está cortada le indican que tiene que ir en un tren a Granollers centre, de ahí viajar en autocar hasta Cerdanyola Universitat y una vez allí coger el tren de la R-8 (que a partir de allí sí funciona) para llegar a su destino.

“Tengo que ir a la sede de la empresa en Rubí para buscar un papel y entregarlo en la oficina de empleo antes de la una de la tarde. Es para cobrar el paro, hace tres meses que no me pagan la nómina, mi despido ha sido improcedente y no tengo dinero para ir en taxi ni nadie que me lleve. A los otros pasajeros les han resuelto la vida, pero a nosotros, que nos den”, exclama indignada.