CAMPAÑA DE CONCIENCIACIÓN

Una red de 6.000 desfibriladores evitaría el 25% de muertes súbitas

JOSÉ ANTONIO AMORES / Barcelona

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Como extintores, pero para el corazón. Así es como a diversas asociaciones médicas les gustaría ver en losdesfibriladores electrónicos automáticos, unos equipos básicos para luchar contra lamuerte súbita: ubicados por leyen todas las empresas y lugares de gran afluencia pública.

Según los cardiólogos, a partir de la campaña Girona, territori cardioprotegit, realizada por la diputación, haría falta una red de unos 6.000 aparatos para proteger aCatalunyacontra losinfartos causados por fibrilación ventricular, que cada año cuestan la vida a miles de personas. Los desfibriladores pueden contrarrestar la mayor parte de lasparadas cardiorrespiratorias y devolver un ritmo adecuado al corazón. Según Julián Villacastín, secretario general de laSociedad Española de Cardiología (SEC) y jefe de la unidad de arritmias del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, "durante elprimer minuto transcurrido tras el evento cardiaco las posibilidades de supervivencia son del 70%". En cómputos globales se estima que una buena red de desfibriladores podría elevar la tasa desupervivencia de un 2% a un 20%, o incluso a un 25% del total de casos.

Iniciativa en Girona

La Diputación de Girona ha dado elprimer paso repartiendo 650 desfibriladores en la provincia. El despliegue supone un 10% de los 6.000 estimados como necesarios en Catalunya. Para el decano de Medicina de la Universitat de Girona, Ramón Brugada, esta sería una cifra razonable atendiendo acriterios demográficos: "Si Girona tiene 650 aparatos y la décima parte de la población catalana, 6.000 sería unacantidad aceptablepara toda Catalunya. El problema sería establecer una lógica de distribución: en estaciones de tren, aeropuertos, hoteles... Son sitios que deberían tener uno".

Pero la Generalitat no lo ve tan claro:"¿Dónde los ponemos?¿Y dónde no? No se puede colocar un desfibrilador en cada esquina", apunta el subdirector general de planificación sanitaria, Ricard Tresserras. Brugada indica que por cada minuto que pasa desde el infarto se reducen un 10% las probabilidades de vivir: "En diez minutos, una persona estaría muerta".

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