Una pensionista reclama una herencia de 3 millones de euros como hija ilegítima de un empresario

El hombre siempre mantuvo el contacto con su madre, que fue asistenta doméstica de su familia

JULIA CAMACHO / SEVILLA

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El ADN no deja lugar a dudas. La prueba biológica ha determinado que Carmen es hija con un 99% de compatibilidad de un conocido empresario de Morón de la Frontera (Sevilla), que de joven dejó embarazada a una de las asistentas que trabajaba en la casa familiar. Ahora, pasados los años, la hija ilegítima pleitea por una herencia de más de tres millones de euros que podría serle reconocida en breve por el juzgado, según su abogado.

Carmen es pensionista y tiene dos hijos. Siempre había sabido quien era su padre, aunque llevaba el dolor moral de constar en todas partes como “hija de madre soltera”. Por eso, cuando comprobó en los medios de comunicación que empezaban a prosperar casos como el suyo en el que se reconocía la paternidad, decidió animarse y poner el caso en manos de un abogado una vez que su madre había fallecido.

Su historia es la típica de tantas y tantas películas y culebrones rurales de mediados del pasado siglo. Un conocido empresario, procedente de una "buena familia" de la localidad, deja embarazada hace más de 70 años a una de las chicas de veinte años que trabajaban de asistenta doméstica en su casa.

La demanda judicial precisa que el idilio se había mantenido hasta que el embarazo no se pudo ocultar y la mujer tuvo que salir del servicio de la casa, posiblemente despedida por la cónyuge del millonario empresario, que era 27 años mayor que la asistenta. Y constata como prueba que por suerte, tras el nacimiento de Carmen, el hombre no se desentendió de su nueva e ilegítima familia, y la mantuvo “moral y económicamente”.

De hecho, según han declarado algunos vecinos de Morón de la Frontera en la vista, había una suerte de “convivencia clandestina” y el empresario llegó a adquirir una vivienda para que residieran madre e hija acompañadas por la familia de ella. Sin embargo, la presión social provocó que con los años la mujer decidiera trasladarse a Sevilla ante la dificultad de una situación que se hizo "insostenible.

Por su parte, el empresario continuó casado y no puso fin a su matrimonio, debido al "pensamiento convencional de la época y para evitar cualquier escándalo público, tan mal visto", y pese a que todo el municipio sabía de la paternidad de la chica pese a no haber sido reconocida. Esos testimonios sirvieron precisamente a su defensa para presentar al juez indicios de que la paternidad era factible, de ahí que el magistrado accediera a practicar la prueba de ADN que ahora se ha confirmado.

"Hay que presentar una cierta carga de prueba, no vale ir a lo loco y diciendo ‘¡soy el hijo del Rey!", asevera el letrado Fernando Osuna, especializado en este tipo de casos. Con el juicio visto ya para sentencia, Carmen espera satisfecha "a que se haga justicia" y pueda por fin "tener ese padre que siempre tuvo pero de manera formal".