PRIMER GRAN fuego DEL VERANO EN CATALUNYA

Una máquina trituradora de paja causó el incendio

MAYKA NAVARRO / ÒDENA

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Jaume, propietario de la finca Cal Rossinyol, acudió ayer por la mañana a la comisaría de los Mossos d'Esquadra de Igualada. Antes, telefoneó para avisar. Le esperaban los policías y agentes rurales. Los encargados de investigar las causas del gran incendio forestal que anoche entró en fase de control tras quemar 1.200 hectáreas de bosque y cultivos de las comarcas de la Anoia y el Bages.

«El domingo no les conté toda la verdad. El fuego empezó en mi campo de trigo. Estaba picando la paja sobrante con una máquina trituradora. Debió de saltar una chispa. Cuando me quise dar cuenta el terreno ardía», declaró. El hombre, de 53 años, muy conocido y apreciado por sus vecinos de la zona, decidió contar la verdad y ampliar la declaración que ya hizo el domingo cuando aseguró que no sabía cómo había podido iniciarse el incendio. Jaume salió de la comisaría acusado de un delito de incendio forestal.

LABOR AUTORIZADA / «Ha sido un desgraciado accidente». El subinspector de los agentes rurales explicó en declaraciones a este diario que el domingo se podía trabajar en el campo. «Estábamos en nivel de riesgo Alfa 2, cuando la prohibición para este tipo de labores es de Alfa 3». El payés, visiblemente afectado, contó a los investigadores cómo intentó frenar las llamas, con la ayuda de su hijo, creando con el tractor un cortafuegos que logró que las llamas no alcanzaran su casa. Pero el viento de poniente que en ese momento soplaba con fuerza convirtió la zona en una chimenea. La boca del infierno.

Media docena de agentes rurales  trabajó ayer en los cultivos de Cal Rossinyol. Recorrieron todo el campo y determinaron con precisión los dos puntos exactos en los que se iniciaron las llamas. «Profesión y mucho sentido común. El fuego nos habla. Solo hay que saber escucharlo», explicó uno de los veteranos.

CHIPAS DE FRICCIÓN / Las señales de la máquina trituradora permitieron reproducir sus movimientos.  Y descubrir cómo al girar el tractor, sus cuchillas rozaron con unas piedras planas. A consecuencia de esa fricción salieron las chispas que iniciaron el fuego. «Eso puede pasar decenas de veces cada día. Pero el domingo, con la humedad que había, por debajo del 20 por ciento, ocurrió que algunas de esas chispas prendieron y el viento hizo todo lo demás», añadió el subinspector de los rurales.

Los alrededores del campo de trigo ayudaron a la propagación. Los investigadores marcaron el recorrido del fuego y los puntos en los que las llamas se aceleraron hasta llegar a la carretera, la C-37, y cruzarla de manera desbocada. «Las llamas subieron cuesta arriba, empujadas por el ponente. Una chimenea», detalló el investigador. Y en cada uno de los pinos blancos ennegrecidos desde el domingo, los rurales pintaron de verde una cruz recreando así el recorrido del fuego.

A partir de ahí, el incendio se hizo fuerte y encontró en el bosque seco y sucio el combustible perfecto para crecer hasta ayer tarde, cuando finalmente entró en fase de control.

Con las primeras luces del lunes, cayeron sobre el Anoia y el Bages algunas gotas de agua que dieron una leve tregua al insoportable sol que lució sin piedad el domingo. La zona despertó tapada por una densa niebla que impidió trabajar a los equipos aéreos. Los bomberos de la Generalitat recibieron la colaboración de medios aéreos del Ministerio de Medio Ambiente y Agricultura.

Con esas circunstancias, los mandos de los bomberos cambiaron la estrategia de ataque y potenciaron las brigadas terrestres, llevando el peso de la extinción los GRAF, la élite en fuegos forestales que contó por la tarde con la ayuda de militares de la Unidad Militar de Emergencias (UME). En realidad GRAF y UME habían programado unas prácticas conjuntas y decidieron que no había mejor manera de intercambiar técnicas conjuntas que hacerlo en una extinción real.

La estrategia de los bomberos fue acorralar el incendio dejándolo sin combustible gracias a los fuegos técnicos controlados. Un método que los GRAF tienen muy trabajado y al  que recurren siempre que pueden.

El viento fue el gran enemigo en el día de ayer. El perímetro estaba controlado y cerrado, pero había mucho temor de que se pudiera reavivar en algún punto. En cuanto los medios aéreos pudieron volar, no dieron tregua, lanzando agua y retardante sin descanso. La noche del domingo, el trabajo de las brigadas había sido titánico. En algunos puntos, con desniveles, los bomberos llegaron a montar líneas de agua de hasta tres kilómetros. «Tenemos que estar muy orgullosos de nuestros bomberos», proclamó ayer el conseller de Interior, Jordi Jané.