Una Iglesia con puertas abiertas

Bergoglio se ha propuesto romper el axioma 'Cristianismo es igual a Occidente'

R. D. / ROMA

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El papa Francisco está afianzando un nuevo enfoque de la actividad diplomática de la Santa Sede en el mundo -lo que suele llamarse geoestrategia- que llevaba tiempo gestándose pero sin cuajar del todo: la que defiende que la ecuación 'Cristianismo es igual a Occidente', o al revés, ha dejado de existir. «El anuncio cristiano no se identifica de manera exclusiva con ninguna cultura», ha repetido varias veces el Papa. «Francisco ha abierto y sigue abriendo puertas», explica Stefania Falasca, analista del diario católico 'Avvenire'.

La cuestión no es nueva en la historia de la Iglesia católica, aunque la institución (evangelios, estructura, leyes y mensajes) se sigue expresando en las categorías occidentales de hace 2.000 años. Una circunstancia de difícil o imposible comprensión para los ciudadanos de Asia y África, los únicos continentes donde aumentan los católicos.

Francisco está usando un lenguaje nuevo, y no solo verbal. Cuando Jorge Bergoglio vio las barcazas hundidas y los africanos ahogados en Lampedusa, se fue sin séquito a la isla italiana con 500 tarjetas telefónicas que regaló a los supervivientes para que llamasen a sus casas, y su grito de solidaridad puso en marcha una operación civil y militar que nadie había previsto.

IMPLICACIÓN CRECIENTE

Al irrumpir el Estado Islámico en el norte de Irak, envió inmediatamente, incluso antes de que llegasen los cazas occidentales, a su ministro de las misiones, Fernando Filoni, para que las víctimas, fueran o no cristianas, no se sintieran abandonadas. «Habría querido ir yo mismo, pero me dicen que mejor no vaya», explicó. Más tarde, todos los patriarcas (obispos) de Oriente Próximo viajaron a Washington, acompañados por dos ministros del Papa, para ejercer de lo que comúnmente se denomina lobi. Ante el potente episcopado estadounidense y tal vez la Casa Blanca. «Desde Oriente Próximo hasta Corea se está produciendo una implicación de la Iglesia en los grandes conflictos internacionales», ha señalado el analista Paolo Feltrin al diario 'La Stampa''.

Al viajar a Corea del Sur en agosto se convirtió en el primer Papa en obtener autorización para sobrevolar el espacio aéreo chino, lo que habría sido imposible si no lo hubiese autorizado el mismo presidente Xi Jinping. Más tarde, en un gesto también inédito, Francisco le envió una carta.

Sobre los obispos asiáticos, dijo en Seúl que «no vienen como conquistadores, no imponen modelos culturales, ni se mueven por estrategias, sino que llevan en el corazón sobre todo el anuncio de Evangelio y no el cambio de regímenes políticos». En una rueda de prensa en el avión de regreso, echó por los suelos todas las políticas que puedan remitir al llamado choque de civilizaciones. «Su actitud humilde y sin complejos de superioridad abre las puertas», explica Thomas Menamparampil, obispo de la India.

En su agenda han figurado viajes a Brasil, Lampedusa, dos prisiones italianas, Palestina e Israel, Corea y Albania. Los próximos serán a la Eurocámara de Estrasburgo, donde se sientan los electos del mundo rico, Turquía -con un posible acercamiento a la frontera iraquí-, Sri Lanka y Filipinas, y más tarde, Filadelfia, Polonia e Indonesia.

Un mapamundi original y distinto respecto a pontificados anteriores, porque el Papa argentino no ha vuelto aún a su tierra ni ha visitado ningún país del llamado Occidente, de cuyo sistema económico se lamenta repetidamente porque crea desechos humanos y necesitas guerras para crear beneficios.