Análisis
Una gran oportunidad para cambiar
Las cosas se hubiesen podido hacer de otra manera, pero, como no podía ser de otra forma, el Gobierno decidió conectar el tren veloz con la frontera francesa a la española; es decir, sin pensar mucho y poniendo sobre la mesa una cantidad ingente de recursos, 3.700 millones de euros para 131 kilómetros, además del coste de la sección Figueres-Perpinyà, en concesión a TP Ferro, uno de los proyectos sorpresa con que el presidenteJosé María Aznarnos obsequiaba cada tanto.
En el plano regional, Girona y el área de Figueres (no la ciudad) quedan conectadas con Barcelona, Lleida, Zaragoza, Madrid y Valencia de una forma muy conveniente. Del lado europeo, Catalunya queda enlazada con casi toda Francia con tiempos de viaje menores a siete horas, un tiempo bastante competitivo si se cuenta el viaje puerta a puerta, y sobre todo mucho más relajante que sus competidores, coche y avión. Además, ahora que Renfe ha anunciado que su electricidad proviene al 100% de fuentes renovables, al menos desde el lado español, los viajes son de cero emisiones, un gran acicate para los viajeros concienciados. Si yo fuera el alcalde de Barcelona, ordenaría crear un paquete turístico con el reclamoVisit Barcelona zero emissions. El sur de Inglaterra, Bélgica, Holanda, Suiza y el oeste de Alemania también pueden usar el ferrocarril para venir a Barcelona, pero son necesarias relaciones más directas.
No menos importante que la conexión con Francia es la decisión de Renfe de crear simultáneamente abonos de transporte de bajo precio para Girona, Figueres, Lleida y Camp de Tarragona, que no Tarragona. Uno de los problemas del sistema catalán de transporte público es su disparidad de precios. Con su decisión, Renfe no pretende perder dinero sino llenar los trenes porque de la experiencia del AVE Madrid-Barcelona ha aprendido ya que la forma de ganar dinero no es con precios altos sino con muchos viajeros. La decisión de Renfe obliga al Gobierno catalán a mover ficha. Igual trayecto, al menos igual precio, para autobuses y trenes regionales. Nadie entiende que un viaje en bus de Barcelona al Pirineo o a la Costa Brava cueste el doble que el billete en tren veloz a una capital de provincia, o que el billete de los trenes convencionales de Renfe pueda costar más que el de alta velocidad. Solucionar esto está en manos de la Generalitat que es la administración titular. Europa está llena de experiencias exitosas de simplificación y unificación tarifaria que ha llevado a que más gente use el transporte público, incrementando la recaudación en el medio plazo. Hay que tener miedo de no llenar trenes y buses, no de cambiar su paleolítico sistema de precios.
Finalmente, destacar que la nueva línea en ancho internacional, más la introducción del tercer carril en diversos tramos de acceso, permite que los trenes de mercancías circulen fluidamente entre Barcelona y Europa. Ahora corresponde a las autoridades catalanas convencer a los industriales que lo usen. Hay un sinfín de posibilidades, tantas que daría para otro comentario.
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