MISIÓN ESPACIAL FRUSTRADA

Una explosión enturbia la privatización de la NASA

Las primeras pesquisas sobre el accidente se centran en un motor soviético

Explosión del Antares, el martes.

Explosión del Antares, el martes.

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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El martes por la tarde, solo unos instantes después del lanzamiento desde las instalaciones de la NASA en Willops (Virginia), el Antares sufrió una «anomalía catastrófica» y los técnicos hicieron estallar a los seis segundos el cohete de la empresa privada Orbital Sciences, que debía llevar más de dos toneladas de carga y suministros a la Estación Espacial Internacional (ISS). La explosión no solo provocó pérdidas de cientos de millones de dólares, tanto por el aparato como por su contenido, sino que también ha sembrado dudas sobre la viabilidad de la dependencia de la agencia espacial estadounidense del sector privado.

Aunque hace décadas que la NASA

colabora con ese sector privado

-y Boeing y Lockheed, por ejemplo, han construido todas las naves que han llevado astronautas estadounidenses al espacio-, la relación se transformó en dependencia en el 2011, cuando la agencia pública canceló su programa de transbordadores. Además de pasar a depender de las misiones enviadas a la ISS por Rusia (que justo ayer lanzó uno de sus cohetes, sin problemas), la NASA firmó contratos con dos empresas, Orbital Sciences y Space X, pero tras el accidente del martes y hasta que no se determinen las causas quedan en suspenso los viajes de la primera, que ganó un contrato de 1.900 millones de dólares para realizar ocho y de momento solo ha realizado dos con éxito.

Por ahora, el foco de la investigación está puesto en los motores del Antares, ingenios soviéticos construidos en los años 60 que habían sido modificados. Otro de esos motores había fallado en una prueba en mayo y el fundador de Space X, Elon Musk, los había criticado (aunque su empresa, que no usa esa tecnología, también vio explotar una de sus naves en un lanzamiento de prueba en agosto). En cualquier caso, este último siniestro puede hacer mella en la percepción pública sobre la capacidad de las empresas privadas de liderar la carrera espacial y ayer Orbital Sciences amanecía perdiendo en bolsa el 14% de su valor. Hay otras señales, no obstante, que apuntan a que la privatización es imparable. El mes pasado, la NASA firmó con Boeing y Space X un contrato para misiones que, además de carga, llevarán astronautas al espacio.