¿Y después de París, qué pasa con el clima?

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ANTONIO MADRIDEJOS / PARÍS (enviado especial)

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El acuerdo alcanzado en la cumbre sobre cambio climático de París (COP21) está lleno de imperfecciones y evidentemente apenas contribuirá a detener la progresión al alza de las temperaturas mundiales, pero es un hito por el mensaje que destila. Lo definió muy bien el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, durante su intervención en la sesión de clausura: "El acuerdo abre el camino a una economía global impulsada por las energías limpias". O, como dijo Kumi Naidoo, director ejecutivo de Greenpeace, "en los palacios de los países petroleros va a cundir el pánico, como debe ser".

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En definitiva: quizá el texto esté lleno de buenas intenciones y pocas obligaciones, como han lamentado algunas asociaciones ecologistas, pero para cumplirlo es necesario que la quema de combustibles fósiles deje de ser el sustento de nuestro bienestar. El abandono progresivo ha empezado. La maquinaria ya está en marcha.

En el año 2014, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la mitad de las nuevas centrales eléctricas construidas y puestas en marcha en el mundo empleaban fuentes renovables. En el 2030 habrá más centrales renovables que térmicas de carbón. En Suecia, el 50% de la electricidad ya procede de fuentes verdes, aunque es cierto que buena parte son centrales de biomasa e hidroeléctricas no precisamente nuevas. En Austria, el porcentaje es del 35%. Y en España, pese a todas las dificultades, la electricidad de origen eólico ronda el 21% del total, con puntas horarias cercanas al 50%.  Sin embargo, quizá los datos más esclarecedores proceden de China, que se ha convertido en líder mundial del sector y confía en que el 20% de la energía que consumen sus 1.200 millones de ciudadanos proceda en el 2030 de fuentes renovables. En eólica ya ha multiplicado su producción por 80 en 10 años.

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"Hace una década, cuando Greenpeace hablaba de lograr un suministro 100% a partir de renovables, parecía algo imposible, pero ahora sabemos que es factible", explica Frederic Ximeno, socio-director del Estudi Ramon Folch y veterano conocedor de las cumbres del clima. Todo está empezando. Desde el pasado agosto, por ejemplo, los 10.000 habitantes de la isla canaria de El Hierro obtienen la electricidad en exclusiva (100%) de una central que combina un parque eólico y un salto de agua para los momentos en los que escasea el aire.

Sin embargo, es muy probable que el objetivo se diluyera sin una presión social. Florent Marcellesi, portavoz de Equo en el Parlamento Europeo, considera que el éxito del pacto dependerá ahora de "cómo se interprete y se ponga en práctica en cada país y de la movilización social y política para exigir que se cumpla en el sentido correcto". Tras París, las próximas cumbres del clima deberán desarrollar el acuerdo al completo, aunque lo primero es posiblemente pactar un método para verificar las emisiones y aumentar la transparencia en todos los países. La próxima cita es en Marrakesh (Marruecos), en diciembre del año que viene.

PARTICIPACIÓN DE LAS EMPRESAS

También será necesaria la implicación de la industria. El presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, comentó que el acuerdo "manda una muy necesitada señal para disparar las inversiones públicas y privadas hacia un mundo neutro en carbono". Durante la cumbre del clima, Google anunció que había comprado 800 megavatios de electricidad procedentes de fuentes renovables -fundamentalmente eólica pero también solar- y que aspiraba a que el 100% de su abastecimiento en el 2030 tuviera el mismo origen, según avanzó su directivo Michael TerrellDell, Kellogg, Sony, Thalys y Coca Cola, entre otras, también anunciaron durante la cumbre se han comprometido a fijarse objetivos de reducción de dióxido de carbono, mientras que Facebook o Microsoft ya habían anunciado medidas similares a las de Google. Lo mejor del caso es que Terrell comentó que la decisión no obedecía exclusivamente a una mayor conciencia ecológica, sino a razones de costes y de diversificación energética. Por su parte, Edward Cameron, de la asociación de empresas verdes We Mean Business, subrayó en un comunicado: "Este acuerdo da al mundo económico los elementos esenciales que deseamos para favorecer una economía limpia y próspera".

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En cuanto a la tecnología, se espera también un desarrollo acelerado. En este sentido, un análisis publicado por el IPCC, el grupo de expertos en clima de la ONU, calcula que en un futuro no tan lejano habrá aerogeneradores de 300 metros de altura y 20 gigavatios de potencia, cinco veces más que en la actualidad, repartidos por buena parte de las tierras emergidas e incluso en el mar. De hecho, el estudio considera que las energías renovables -con la tecnología actual- ya podrían suministrar toda la electricidad necesaria si estuvieran ampliamente extendidas y repartidas por el mundo.

La descarbonización de la sociedad afectará de forma notable a la generación energética, pues hoy en día es responsable del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero su impacto será también brutal en el sector del transporte, con el desembarco progresivo de los vehículos eléctricos, en la construcción, con nuevos materiales aislantes y nuevos sistemas de climatización, así como en la agricultura, la ganadera y hasta el manejo forestal. Una revolución total.