El catalán en las aulas

Un torpedo a la geometría variable

SAÜL GORDILLO

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El Govern deArtur Masafronta la celebración de su primera Diada en una situación complicada. CiU es excluida de la reforma constitucional pactada a toda prisa por el PSOE y el PP al dictado deMerkel y el mismo día de tan triste votación en el Congreso los tribunales avalan el intento del PP y C's de dinamitar el modelo lingüístico catalán. Las encuestas pronostican una victoria deMariano Rajoy por mayoría absoluta yAlícia Sánchez-Camachono afloja en las críticas al Ejecutivo catalán, ya sea por el caos en la gestión de las ayudas de la renta mínima de inserción o por las declaraciones de laconselleraRigau, que abraza el desacato a una sentencia que pondría a la escuela catalana contra las cuerdas.

La geometría variable con la queMasyDuran Lleidahabían dibujado la legislatura experimenta la primera colisión CiU-PP sin disimulo alguno. El gran avalador de los acuerdos con los conservadores, unDuranen horas bajas después del papelón del otro día en el Congreso, empieza a ver cómo las voces soberanistas de CiU le pierden el respeto y le cuestionan. A las puertas del retorno del PP a la Moncloa y ante la actual operación recentralizadora, el papel de CiU en Madrid y sus alianzas con el PP en Catalunya quedan en entredicho.

CiU quería pactar con la derecha (PP) los asuntos económicos, y con parte de la izquierda (PSC y ERC) los «temas de país». ICV-EUiA quedaba al margen. A los pocos meses de legislatura, el acuerdo con los socialistas quedó en papel mojado. Con los independentistas no hubo ni papel.Masapostó por el PP para coger las tijeras, y ahora que la brecha con el PSC es grande (miren cómo el alcaldeManuel Bustoslidera las iras contra el cierre de ambulatorios en horario nocturno), se topa con la dura realidad. El PP, amable meses atrás, consulta ahora unas encuestas halagüeñas y ya no quiere hablar catalán ni en la intimidad.

El error de cálculo de CiU recae en separar los acuerdos de la política social (eje derecha-izquierda) de la política nacional (catalanismo-españolismo). Ambas van unidas, a pesar del fracaso electoral de aquellos que más lo proclamaron en los años de gobiernos de izquierda.

Y, finalmente, una ironía: el ministro de Justicia socialistaFrancisco Caamaño defiende la constitucionalidad del modelo de escuela catalana, irritando así los medios de Madrid próximos al PP. Treinta años después, el encaje España-Catalunya parece recular. Excluido de la reforma constitucional (CiU, ERC e ICV no la votaron y algunos diputados del PSC lo hicieron a regañadientes), el catalanismo es víctima de una reinterpretación constitucional de matriz centralista.

El PP ya gobierna.