Todos han de 'mojarse'

Alumnos en un colegio de Sant Pere de Vilamajor.

Alumnos en un colegio de Sant Pere de Vilamajor.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / Barcelona

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Oscilan entre la indiferencia y la desconfianza hacia el profesor, eligen colegio por razones estrictamente prácticas (la proximidad o el precio del comedor) y solo se implican cuando aparece un problema con sus hijos o temen que pueda aparecer. «Los padres aún delegan demasiadas funciones a la escuela, bien porque ellos no pueden asumirlas, bien porque creen que no sabrán hacerlo», observa Maria Rosa Buxarrais, catedrática de Teoría e Historia de la Educación de la Universitat de Barcelona (UB). Son posturas respetables (faltaría más), pero erróneas, señalan los expertos. «Todos los estudios coinciden en que a mayor implicación de los padres en la escuela, mayor éxito académico obtienen los hijos», prosigue Buxarrais. Pero también los profesores y la Administración deberían poner más de su parte.

LAS FAMILIAS

Una oportunidad para aprender a ser padres

«La implicación de los padres beneficia siempre a los hijos, incluso a los más mayores», asegura la profesora de la UB. El progenitor, sobre todo cuando el niño es aún pequeño, «suele ser el modelo a seguir. Un padre que participa en las actividades de su entorno transmite valores democráticos, valores positivos», indica la pedagoga. Y los alumnos que ven que sus padres se preocupan por la escuela «se sienten acompañados». Para el adulto, además, participar en actividades con otros padres «representa una oportunidad de formarse, de intercambiar experiencias, de aprender a afrontar la educación de sus hijos», subraya.

«El problema es que, pese a que cada vez surgen más iniciativas en que los padres intervienen de forma directa, hay muchos que todavía no creen que la participación en el consejo escolar o el ampa sea una vía útil o eficiente», lamenta Marta Comas, de la fundación Jaume Bofill.

«Esas ampas que se quejan de que cuando organizan actividades siempre son las mismas personas las que participan, tendrían que plantearse nuevos enfoques, buscar temáticas más motivadoras», sugiere Maria Vinuesa, de la Associació de Mestres Rosa Sensat. ¿Como cuáles? «Las conferencias sobre nuevas tecnologías, internet y redes sociales, o las que abordan trastornos infantiles como la hiperactividad y el TDH son siempre un éxito. Las encuentran útiles», propone Buxarrais.

LOS PROFESORES

No es suficiente con una tutoría al año

«Lo digo y lo repito cada vez que tratamos el tema en clase: un maestro no solo debe saber hablar con los niños, también ha de ser capaz de comunicarse con los adultos, ha de desarrollar habilidades comunicativas para conseguir la complicidad de los padres», explica la profesora de la facultad de Educación de la UB. Una única sesión de tutoría al cabo del curso es, están de acuerdo los expertos, claramente insuficiente.

«El maestro no ha de priorizar solo el éxito escolar, ha de buscar el éxito del niño en todos los aspectos de la vida, formarlo como persona, y para eso ha de contar ineludiblemente con la colaboración de la familia», insiste, en la misma línea, Vinuesa. «Eso sí, si quieren que en un futuro sus hijos sean personas con valores, con criterio, que saben lo que dicen, los padres han de hacer también suyo el proyecto educativo de la escuela», objeta la representante de la junta directiva de la asociación Rosa Sensat. «Y han de ayudar, transmitiendo a sus hijos el respeto hacia el profesor», apostilla Buxarrais.

LA ADMINISTRACIÓN

Más allá del resultado académico

No basta con llamar a la corresponsabilidad en base a los resultados académicos como hace la Generalitat. «Los padres que son participativos, lo son porque están convencidos de que con su aportación completan lo que sería la simple instrucción», señala Marta Comas, que cita la labor de las comunidades de aprendizaje.

«La Administración tendría que tener más en cuenta los contextos, el entorno de cada centro», sostiene por su parte Buxarrais. Por ejemplo: si en las zonas de alta presencia de población inmigrante las tasas de implicación de los padres son bajas es, entre otras razones, «por una cuestión cultural», agrega Comas. «Hay países y culturas en los que la figura del profesor no se cuestiona en absoluto y por eso los padres delegan en ellos la educación de sus hijos, sin cuestionar nada», recuerda la promotora del estudioFamílies amb Veu. El documento, que aún está en fase de elaboración, quiere sentar las bases para la redacción, más adelante, de un libro blanco sobre la participación de las familias en la educación en Catalunya.