CANONIZACIÓN DE LA FUNDADORA DE LAS MISIONERAS DE LA CARIDAD
El Papa canoniza a la madre Teresa de Calcuta ante 100.000 fieles
Francisco ha destacado que la monja impuso "su voz a los poderosos"
Rossend Domènech
Corresponsal en Roma
Corresponsal en Roma
ROSSEND DOMÈNECH / ROMA
El papa Francisco ha proclamado este domingo santa a la albanesa Agnes Gonxha Bojaxhiu, más conocida como la madre Teresa de Calcuta, en una ceremonia oficiada en la plaza de San Pedro a la que han asistido más de 100.000 personas. Entre otras personalidades, España ha estado representada por la reina Sofía, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y el ministro de Exteriores, José Manuel Garcia-Margallo.
El Papa ha arrancado los aplausos de los fieles congregados en la plaza de San Pedro para asistir a la canonización de Teresa de Calcuta con una frase improvisada en su homilía. "Seguiremos llamándola madre de manera espontánea", ha asegurado
Antes, el Pontífice ha destacado su fuerza al imponer "su voz a los poderosos" de la Tierra, para que reconocieran sus "culpas" ante los "crímenes de la pobreza" creada por ellos mismos.
Francisco ha recordado que la madre Teresa de Calcuta estuvo "a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada".
"Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz. La misericordia ha sido para ella la 'sal' que daba sabor a cada obra suya, y la 'luz' que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento", ha indicado.
Asimismo, ha destacado su lucha contra el aborto y ha recordado que siempre decía que "el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre".
La fundadora de las Misioneras de la Caridad, premio Nobel de la Paz en 1979, se definió a sí misma como "el lápiz de Dios", aunque otros la definieron, parafraseando la expresión "políticamente correcto", como "una monja políticamente incorrecta", por su manera directa y sin ambajes de presentarse ante los poderosos, pidiendo para "los últimos de la Tierra". "Vengo a Cuba para abrir una casa para los pobres", le dijo a Fidel Castro, cuando el dirigente cubano estaba echando a todos los curas de la isla. "Aquí no hay pobres", le espetó Castro, sin que la monja se amedrentase. "He visto a mucha gente sola y abandonada, quiero dedicarme a ellos", le replicó. El entonces cardenal Jorge Bergoglio aseguró un día bromeando: "No la habría querido tener como superiora".
En su actividad no pidió nunca carnet de identidad religiosa o política y no abrió nunca una cuenta corriente "para no llegar a ser rica". Nunca se presentó como misionera de una Iglesia "occidental" o con ínfulas de proselitismo. Actualmente hay en todo el mundo 758 'casas' donde las 5.300 'monjas vestidas de azul', como son también conocidas las religiosas, atienden a los más desfavorecidos.
LOS ÚLTIMOS DE LOS ÚLTIMOS
Para aquella mujer albanesa nacida en Macedonia, su misión eran los "últimos de los últimos". Como ella misma explicó, los tirados por las calles, los leprosos, los abandonados, los que se morían solos porque no tenían a nadie y los desprotegidos de la sociedad. Cuando empezó, su proyecto pareció una especie de utopía cristiana a la que no se dedicaban ni siquiera los mismos católicos. Su labor inspiró en 1985 'La ciudad de la alegría', un exitoso volumen de Dominique Lapierre, compañero de escritura de Larry Collins en varios superventas.
Pasó casi toda su vida en la India, donde murió en 1997, aunque su personalidad y actividades son conocidas en todo el mundo. El Gobierno indio le organizó unos funerales de Estado que fueron seguidos por millones de personas. Después de su muerte, Juan Pablo II hizo caso omiso de las leyes eclesiásticas y no esperó los cinco años establecidos desde la muerte para que comenzase el proceso de canonización. La santificación exprés solo volvería a producirse para el mismo Juan Pablo II, dispensado de la espera por Joseph Ratzinger.
DOS MILAGROS
Teresa de Calcuta no fue dispensada de realizar los dos milagros que la Iglesia católica requiere para la beatificación y para la canonización. Es decir, que se produzcan hechos inexplicables desde un punto de vista científico y solo artribuibles a la intercesión, cree la Iglesia, de la persona que se quiere presentar como ejemplo. El primero fue la curación de Monica Besra, madre de cinco hijos y desahuciada por los médicos. El segundo se produjo en el 2008 y el supuesto beneficiado fue un brasileño con una infección bacteriana en el cerebro.
La preocupación de Teresa de Calcuta por los últimos de la sociedad coincide ahora con el mensaje y la actividad diariamente repetidos por el papa Francisco. Pero se diferencian por el hecho de que la monja se presentó siempre a los poderosos armada solo con su obsesión por los desamparados, sin poner nunca en discusión las consecuencias de las políticas de los mandatarios, cosa que sí hace Bergoglio cuando subraya, entre otras causas de la pobreza y las desigualdades, que "esta economía mata". Y cuando interviene discretamente, pero directamente, en muchas vicisitudes del planeta, sea la guerra en Siria, el conflicto entre EEUU y Cuba, el fin de las hostilidades en Colombia o, en estos días, en el fin de la 'guerra fría' entre el Vaticano y China tras casi 70 años de ruptura. Tal vez se trate de dos modelos complementarios.
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