ENTREVISTA

Carlos Sánchez Mato: "Tengo documentados 70 casos de pederastia eclesial"

Carlos Sánchez, durante la entrevista ,ayer.

Carlos Sánchez, durante la entrevista ,ayer.

MANUEL VILASERÓ / MADRID

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Al economista Carlos Sánchez Mato le despertaban con llamadas de madrugada para insultarle. A su madre le decían que estaba endemoniado y un abogado del Arzobispado de Madrid llegó a amenazarle con quitarle hasta la casa. ¿Su pecado? Haberse atrevido a denunciar ante la fiscalía los abusos sexuales cometidos por un cura en la parroquia de la que era un activo integrante en el barrio obrero de Aluche, en Madrid. No hablamos de la Edad Media, sino del 2003. Carlos creó el colectivo Iglesia sin Abusos junto con un centenar de compañeros, todos expulsados de la parroquia, y hoy es uno de los españoles que mejor conoce la cara más negra de la Iglesia.

-¿Qué ha pensado al enterarse de lo ocurrido en Granada?-Que si no llega a intervenir el Papa todo se habría tapado. Que todo dependa de un héroe es como tirar una moneda al aire y esperar que salga de canto. No creo que la Iglesia española cambie. Los comandantes siguen siendo los mismos. Las víctimas seguirán sufriendo solas.

-¿Cómo se le ocurrió formar el colectivo Iglesia sin Abusos?

-Tras presentar la denuncia contra el cura, hubo muchas víctimas de casos similares que se pusieron en contacto con nosotros. Cada vez que salíamos en un medio de comunicación recibíamos un mail o una llamada. Creamos la asociación para empujar a que estas víctimas y todas las que aparecieran lo denunciaran. Documentamos más de 70 casos.

Sánchez muestra carpertas llenas de correos electrónicos, cartas escritas a máquina, manuscritos y apuntes que ponen la piel de gallina. Me permite leer algunos, pero no reproducirlos. Sería una deslealtad, dice, hacia las víctimas.

-¿Qué tipo de casos eran? ¿Dónde se daban? ¿Eran individuales o había grupos como en Granada?

-Por todas partes y de todo tipo. Recuerdo uno con varios profesores en un colegio religioso. Ha pasado también en órdenes monacales. Yo le envié cartas al abad de Monserrat sin obtener respuesta. Las víctimas no eran gente sin cultura. Recuerdo a un conocido presentador de un informativo de televisión que tras acabar una entrevista me cogió aparte y me confesó que todavía sufría el trauma.

-¿Consiguió que alguno de sus comunicantes denunciara?

-No. Como asociación fuimos un fracaso absoluto.

-¿Por qué?-La víctima se siente sola. Se culpabiliza. Se avergüenza. Y muchas veces piensa que para qué revivir una pesadilla si no le va a pasar nada al agresor. Los religiosos abusadores cuentan con una autoridad moral que hace que incluso las familias den la espalda a sus hijos. Un chico de Sevilla me escribió contando que su madre le echaba en cara que contara esas cosas.

-Pero entonces los agresores siguen con nuevas víctimas.-De eso intentábamos convencerles. Sin éxito, pese a que esa experiencia les marcó de por vida a todos. Recuerdo a un hombre de unos 60 años que aún se torturaba al pensar lo ocurrido hacía décadas. Otros lo integran en su vida en positivo, como un mallorquín que ha acabado trabajando con menores en riesgo. Como me dijo el presentador, los abusos son como una piedra que nunca podrás quitarte del zapato pero que acabas acomodando. Te sigue haciendo daño pero sigues adelante.

-¿Está enferma la Iglesia?-El celibato y la exclusión de las mujeres crean personas con carencias afectivas que desembocan en esto y la Iglesia no les hace ningún favor al protegerlos porque lo que necesitan es tratar su comportamiento, además de la condena que le toque.

-Algunos sí llegaron a denunciar su caso ante la cúpula eclesial. ¿Cómo reaccionaba esta?-Siempre igual: negarlo e intentar tapar la boca de las víctimas a veces con dinero. Un chico me explicó que el mismo día en que salió nuestra denuncia en los medios, el abogado del arzobispado le dijo que estaba dispuesto a pagar.

-¿Cómo acabó su denuncia del cura de Aluche?-Le condenaron a dos años de cárcel por el abuso de uno de los niños con los que había mantenido relaciones, pero no llegó a estar entre rejas. Y el arzobispado se limitó a trasladarlo sin dar detalles. Hace tres años nos enteramos de que estaba en la parroquia de Los Molinos, un pueblo de la sierra de Madrid. Ha muerto hace poco, sino seguiría impartiendo la eucaristía. Y eso que el Supremo condenó al arzobispado de Rouco por su negligencia al permitir el caso.

-¿Llegó a saber quién le amenazaba por las noches?

-En un caso sí. Era una mujer del barrio de la organización ultraconservadora Comunión y Liberación. Casualmente la misma a la que pertenecen el arzobispo de Granada.