Los padres de los afectados: "Era lo que más temíamos"

Los padres de los alumnos discapacitados subrayan la extrema vulnerabilidad de estas personas ante un agresor sexual

Escuela Taiga

Escuela Taiga / periodico

GUILLEM SÀNCHEZ / TERESA PÉREZ / BARCELONA

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"Siempre ha sido mi pesadilla, el temor que más que angustiaba", reconoce el padre de un alumno escolarizado en la Taiga. Son menores "muy vulnerables" porque "ni pueden defenderse" de un agresor sexual -debido a la discapacidad intelectual que sufren- ni tampoco "pueden contar qué les ha ocurrido", explica.

"Si le ha hecho algo a mi hijo, quizá yo no pueda saberlo", lamenta. Este ha sido el terrible desasosiego que ha presidido la reunión que la dirección del Taiga y los progenitores de los alumnos escolarizados han mantenido este martes a puerta cerrada, para tratar el caso de los presuntos abusos sexuales cometidos por un trabajador de este centro.

Uno de los tres menores que han sufrido los supuestos abusos es mayor de edad. Pero este hecho no cambia para nada las cosas. Se trata de personas frágiles, que difícilmente consiguen más recursos para defenderse de un agresor sexual a medida que pasan los años. Así lo contempla el propio Código Penal, que establece que “se consideran abusos sexuales no consentidos los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido o de cuyo trastorno mental se abusare”.

MIEDO AL RECHAZO

Rosa Cadenas, presidenta de la Federació Catalana de Discapacitat Intel·lectual (Dincat), reconocía recientemente las dificultades que existen para detectar estos abusos. “Son personas que temen que, si explican los casos, causen un mayor rechazo entre la gente porque no suelen tener muchas relaciones sociales”, señala Cadenas. Y además, cuando relatan los hechos, “muchos jueces creen que fabulan y no dan crédito a su denuncia”, puntualiza.

La entidad realiza tareas de prevención a las familias y se les facilitan estrategias para afrontar estos temas. Lo primero de todo es que la afectividad y la sexualidad dejen de ser un tema tabú.

Una de las primeras señales de alarma es la tristeza, la depresión. “Las víctimas pierden la alegría de golpe y eso no es casual. Dejan de hablar porque muchas veces les amenazan y no quieren ir a lugares que antes de la agresión solían ir contentos”,  relata la presidenta de Dincat.

DIGNIDAD MACHACADA

“Están machacando la dignidad de nuestros hijos”, apunta una Luisa, la madre de una joven discapacitada. “Son ya muchas cosas: agresiones físicas, vetos en hoteles y ahora este caso de abusos sexuales”, relata con rabia. Una encuesta realizada a 260 adultos con discapacidad intelectual y del desarrollo revela que el 90% “ha sufrido algún tipo de victimización”. Los datos de este estudio de la Universitat de Barcelona (UB) y la Fundación Vicki Bernadet fueron difundidos tras la agresión sufrida por Gema B.D., una joven con síndrome de Down, en la parada de metro de Sants Estació a principios de mayo. La mitad de las agresiones las sufren las mujeres, y de estas, el 50% son sexuales.

Hay tres lugares donde se producen estos hechos: en la calle (21%), en el hogar (20%) y en el centro escolar (14,4%). Los casos registrados en la vía pública son en la edad adulta, mientras que en casa y en la escuela son situaciones producidas en la infancia. El informe destaca que este colectivo ha vivido a lo largo de su vida “una media de seis situaciones de victimización diferentes”.