LEGISLACIÓN

Taurinos y proanimales enfrentan libertad y ciencia en el Parlament

El científico Jorge Wagensberg muestra una espada de matar toros en el Parlament.

El científico Jorge Wagensberg muestra una espada de matar toros en el Parlament.

RAMÓN VENDRELL
BARCELONA

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Una catarata de argumentos a favor y en contra de la prohibición de las corridas de toros en Catalunya cayó ayer sobre la comisión parlamentaria encargada de la iniciativa legislativa popular (ILP) antitaurina. Nueve oradores abolicionistas y cinco taurófilos enfrentaron sus tesis desde las diez de la mañana hasta las ocho menos cuarto de la tarde, con un receso de dos horas para almorzar. Y hoy, jornada idéntica pero con los números invertidos.

Los defensores de los animales esgrimieron mayormente razonamientos científicos y filosóficos. Los taurinos apostaron por los argumentos políticos, por la pasión y por los relatos vivenciales.

Inauguró la sesión matinal Salvador Boix, apoderado bañolense de José Tomás, quien denunció «la política larga, obsesiva y contumaz de aislamiento y aniquilación de los taurinos» que han hecho las instituciones catalanas en los últimos 20 años y se mostró «escandalizado» por que el Parlament «juegue al animalismo de salón y se plantee atentar contra los derechos de una parte de la población». A su entender es «puro cinismo político» que se estudie la abolición de las corridas mientras se protegen loscorrebous.

MORIR EN LIBERTAD / Boix dijo ser consciente del «difícil encaje» de la tauromaquia en una sociedad profiláctica que busca «la seguridad extrema» incluso, opinó, a costa de los derechos de las personas, pero pidió a los diputados que permitan que la afición «muera en paz y en libertad».

El torero retirado y ganadero José Miguel Arroyo,Joselito, evidenció que no tiene el don de la palabra.

El biólogo Jaume Josa reavivó el tono de las comparecencias. «El último párrafo deLa evolución de las especies[de Darwin] muestra que el gran espectáculo de la naturaleza es fruto del hambre, la lucha por la existencia y la muerte», dijo. Y añadió: «Vivimos en una sociedad que esconde la muerte. Los toros no. En la lucha ritualizada de un hombre contra un toro está la verdad de la vida».

Marilén Barceló, psicóloga y vicepresidenta de la Federació d’Entitats Taurines de Catalunya, hizo una exaltación de los valores que fomentan los matadores (esfuerzo, valor, constancia) y la plaza (tolerancia, puntualidad, cortesía, solidaridad).

Natàlia Molero, escritora y profesora de Ciencias Políticas, concluyó las exposiciones taurinas. Se metió en un berenjenal al afirmar que «las secreciones hormonales» que causan en el bicorne las heridas tienen «un efecto anestésico» en el animal, de forma que «el dolor se transforma en un incentivo».

El científico Jorge Wagensberg debió de frotarse las manos con las palabras de Molero. En un truco degrand guignol, fue sacando de debajo de la mesa y enseñando las herramientas de la lidia. La divisa, la puya («destroza los músculos del lomo», dijo), las banderillas, la espada («busca el corazón, pero los matadores no siempre aciertan a la primera») y la puntilla. Tras la presentación de cada utensilio preguntaba retóricamente: «¿Esto no duele?». Wagensberg dijo que nuestro progreso moral y el sufrimiento del toro hacen inadmisible la fiesta.

OJOS ESPANTADOS / Sentada junto a Wagensberg, Espido Freire miraba con espanto los útiles exhibidos. La escritora había intervenido antes para decir que le resulta «incomprensible desde el punto de vista moral y racional que algunas personas disfruten» con un espectáculo que comporta el «sufrimiento enorme» de un animal. Freire hizo notar que mientras el arte civilizado afronta «problemas reales a través de la ficción», en el toreo no hay sublimación alguna. Todo es de verdad.

Tras la pausa para comer hubo siete andanadas antitaurinas entre las que destacó la del filósofo Jesús Mosterín, que invalidó la tradición como argumento para defender los toros («los pueblos grandes son los que son capaces de pensar en categorías universales y salir del fango de sus tradiciones», dijo) y equiparó loscorrebousa las corridas en cuanto a barbarie. Mosterín logró enojar a todos los grupos parlamentarios.