LUCHA CONTRA LAS ADICCIONES

El tabaco todavía mata cada año a unas 9.500 personas en Catalunya

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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La abundante información a que pueden acceder los ciudadanos sobre las consecuencias nefastas para la salud que supone fumar tabaco no impiden que una importante proporción de ellos, el 26% de la población catalana en estos momentos -1.600.000 personas-, mantenga la adicción cotidiana a este tóxico legal. La eficaz ley española antitabaco, aprobada en el 2011, ha propiciado que cerca de 200.000 catalanes hayan dejado de fumar, pero la cifra de quienes no lo consiguen, o no se lo proponen, sigue siendo «altísima», admite Carme Cabezas, subdirectora de Promoció de la Salut en la Generalitat. El consumo de tabaco fue la causa de muerte, directamente aribuida, de 9.588 personas en Catalunya en el 2013. A ella se suman las 700 muertes que Salut vincula al hecho de respirar un ambiente tabáquico, sin ser consumidor.

El hábito de fumar cigarrillos atraviesa en estos momentos todos los estratos sociales. La edad de inicio de la adicción se sitúa en los 13 años, indica Salut, y alcanza altos niveles de consumo entre los 15 y los 24 años -con ligera preponderancia femenina- y entre los 25 y 44 años. La generación de mujeres que se inició en el tabaco en los años 70 y 80 es la que experimenta en la actualidad un extraordinario incremento en la mortalidad por esta causa.

Entre 1998 y el 2013 la cifra de mujeres fallecidas por una dolencia directamente atribuida al tabaco se incrementó en un 47%. Entre los hombres fumadores, la propoción de aumento de muertes en ese periodo fue del 4,2%, aunque dada la gran distancia que persiste entre ambos colectivos en el consumo de tabaco, la cifra de muertes masculinas fue muy superior. En el 2013 fallecieron 2.155 mujeres y 7.433 hombres en Catalunya a causa del tabaco.

El consumo continuado de cigarrillos subyace, y así lo aseguran los especialistas implicados, en la aparición y agravamiento de las principales causas de enfermedad que se sufren en la actualidad: cánceres de múltiple localización, en especial de pulmón, infarto de miocardio, alteraciones cardiovasculares y diabetes, entre las más destacadas.

El efecto destructor del tabaco en los órganos afectados por dichas dolencias mantiene una evolución diferenciada: las alteraciones cardiacas y cardiovasculares pueden aparecer a los cinco años de un consumo cotidiano de cigarrillos, pero el riesgo de sufrir infarto por esta causa se reduce en un 50% un año después de cortar absolutamente con el tabaco. El cáncer es distinto. Su devastador efecto en la estructura celular de tejidos y mucosas es lento pero difícilmente reversible entre los fumadores añejos. Esas mutaciones celulares dan lugar a un cáncer de pulmón, laringe o esófago transcurridos entre 20 y 30 años del inicio del consumo. «El problema es que quien fuma tabaco lo hace a diario y con un aumento progresivo de pitillos -indica Cabezas-. No existe la figura del fumador de fin de semana».

La ley antitabaco ha extendido entre la población la convicción de que el tabaco es perjudicial para la salud, pero esa percepción no ha atravesado la frontera íntima de los fumadores. «Ya sé que fumar causa de enfermedades, pero a mí no me pasa», se dicen numerosos fumadores que no se sienten en disposición de dejar su hábito. «La dependencia de la nicotina es muy poderosa -dice Cabezas-, y la mayoría de fumadores solo admiten que tienen un problema cuando constatan que se ahogan al despertar o se cansan al dar dos pasos».