El Supremo impone 25 de años cárcel a un ciberacosador de menores

Una de sus víctimas sufrió graves trastornos psicológicos tras ser chantajeada

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El Tribunal Supremo ha condenado a un ingeniero hispanoestadounidense, Manuel Joaquín B., nacido en 1955, a penas que suman 25 años de cárcel, por haber cometido abusos sexuales y acoso a través de la red sobre dos chicas menores.

La Audiencia Provincial de Madrid le condenó por numerosos delitos, como fueron uno de abusos sexuales en su modalidad de acceso carnal con prevalimiento y otro de abusos con engaño; otro de revelación de secretos; pornografía infantil; exhibicionismo y difusión de material pornográfico entre menores de edad; contra la integridad moral y amenazas.

Estos delitos fueron cometidos por el condenado sobre dos menores con quienes contactó a través de la red haciéndose pasar por un joven de 17 años. Después de aprovecharse de ellas las acosó y difundió imágenes de sus relaciones sexuales entre familiares y compañeros de colegio de las niñas.

La sentencia considera probado que el reo, ingeniero en sistemas de energía avanzada y por tanto con importantes conocimientos de informática, se introdujo entre los años 2006 y 2011, haciéndose pasar por un joven, en comunidades virtuales de internet frecuentadas por menores.

De este modo Manuel Joaquín B. contactó con Mariana M., de 12 años, y mediante engaños consiguió intimar con ella y captar imágenes suyas de contenido sexual que después utilizaría para acosarla, además de lo cual la citó en un hotel en donde mantuvo relaciones sexuales completas con ella en la oscuridad, de modo que consiguió mantener el engaño de su edad auténtica.

La adolescente, que en aquel mes de junio de 2008 había cumplido ya los 13 años, accedió a que los encuentros se repitieran, siempre en la oscuridad, en diferentes hoteles de Madrid, encuentros durante los cuales la chica nunca pudo ver su fisonomía real.

"Hacia finales del mes de julio fueron aumentando la luz hasta que finalmente la menor Mariana pudo comprobar que el acusado no se correspondía con quien decía ser y representaba una edad superior a la que manifestaba", añade la sentencia, que relata también que durante aquellos encuentros el reo grabó más imágenes sexuales de la menor.

Durante todo ese tiempo y valiéndose de sus conocimientos informáticos el acusado logró tomar el control de la cuenta de la joven y se apoderó de sus contactos.

De este modo, cuando la menor anunció que quería poner fin a la relación tras comprobar la edad del imputado, el condenado envió las grabaciones sexuales de la menor, acompañadas de letreros degradantes para ella, tanto a los padres de Mariana como sus amistades y terceras personas.

La niña perdió 20 kilos y sufrió graves trastornos psicológicos que han precisado tratamiento psicoterapéutico intensivo durante cinco años, tiempo después del cual aún debe ser evaluada.

El acusado repitió las mismas maniobras con Lorena, otra menor de edad que, una vez habían mantenido relaciones sexuales en varios hoteles de Hospitalet de L'Infant (Tarragona), en una de aquellas ocasiones encendió la luz sorpresivamente y comprobó la identidad verdadera del reo. Al dejar entonces la relación la joven, el reo repitió sus estrategias de amenazas y acoso.

El Supremo señala en su sentencia que la condena consiguiente a estos hechos probados "se basa en un bagaje probatorio amplísimo, en el que no ocupa un papel secundario la propia aceptación de gran parte de los hechos por el recurrente, aunque trate de eludir su responsabilidad intentando cuestionar la existencia de prevalimiento o de engaño" y confirma la condena adoptada por la Audiencia.