ROBER. EL TRÁNSITO DE LA HEROÍNA A LA COCAÍNA

«Soy un drogadicto feliz»

«Soy un drogadicto feliz»_MEDIA_1

«Soy un drogadicto feliz»_MEDIA_1

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Anti Todo fue el nombre del segundo disco de Eskorbuto, el mítico grupo punk dos de cuyos tres miembros murieron por su adicción a la heroína. Roberto Bachs tiene poco de punk. A sus 41 años, este barcelonés del Eixample que se enganchó a la heroína con solo 17 años lleva desde los 23 alternando metadona y cocaína. Y asegura que es feliz. Que no cambiaría su actual vida por nada y que supo elegir libremente un estilo de vida que le permite dormir en la calle y vivir de lo que «siempre con mucha amabilidad y en varios idiomas» pide a los turistas.

Rober es un hombre de costumbres fijas. Usuario del espacio Calor y Café de la calle de Robadors, donde acude a diario a desayunar, merendar y buscar esa cercanía de unos educadores que tutelan su evolución y están muy pendientes de si toma con orden los retrovirales que mantienen firme al VIH.

«No quiero una vida encerrado, con hipoteca e hijos. Me gusta esta vida. Soy libre. Soy un drogadicto feliz». Lo dice con una seguridad que cuesta cuestionar si hay verdad o impotencia tras esas palabras. «Tengo lo que me he buscado. Es así de sencillo», insiste.