CHEQUEO A LA ATENCIÓN SOCIAL EN CATALUNYA

SOS pobreza

Una religiosa de las Hermanas de la Caridad reparte bocadillos, ayer.

Una religiosa de las Hermanas de la Caridad reparte bocadillos, ayer.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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Hay niños, muy cerca de casa, que la única comida completa que ingieren al cabo del día es la que les sirven en la escuela. Eso, los que se quedan a comer en el colegio, claro. Los que van a casa a mediodía no llegan a veces ni a eso. No son, por descontado, menores en peligro de desnutrición como le ocurre a la población infantil de países de África, Asia y América Latina. Eso no. El riesgo aquí es de malnutrición, porque el resto de su dieta apenas incluye fruta, verdura y productos frescos saludables. La pobreza, que el año pasado llevó al Banc dels Aliments de Barcelona a tener que atender a más de 2.500 niños pequeños y lactantes, podría generar muy pronto graves efectos sobre la salud.

Junto con los niños, los ancianos, jubilados con pensiones mínimas, son quienes peor lo están pasando. «En apenas tres años, desde que empezó la crisis, el número de demandantes de productos se ha duplicado, casi triplicado», asegura Teresa Cerdà, portavoz del Banc dels Aliments en la capital catalana. En toda Catalunya, la entidad distribuyó el año pasado más de 12.000 toneladas de alimentos entre 182.500 personas, indica Cerdà. Muchos de ellos forman parte del grupo de 15.400 personas que se encuentran en estos momentos «en situación de vivienda insegura» en Catalunya, agrega Ramon Noró portavoz de la Fundació Arrels.

NECESIDADES BÁSICAS / «La gente que se encuentra en esa situación es ya incapaz de reivindicar nada», asegura Noró. Representan, según los datos más recientes del Institut d'Estadística de Catalunya (Idescat), al 18,4% de la población catalana, aquella que no alcanza el mínimo de 8.992 euros anuales-642 euros al mes- del umbral de pobreza relativo, es decir que sus ingresos medios anuales no cubren las necesidades básicas. El Banc dels Aliments los cifra en un millón y medio de personas. En el conjunto de España, el porcentaje de población en estado de pobreza asciende hasta el 20,8% y el umbral relativo está situado en 7.980 euros anuales para los hogares de un solo miembro.

«¿Las principales demandas? Alimentos, ayuda para pagar el alquiler y dinero para el pago de suministros, como la luz y el gas», resume Juana Martín, responsable de Cáritas Diocesana de Barcelona en los barrios de Ciutat Vella y Poble Sec. También funciona muy bien el servicio de ropero Martín, que es también la coordinadora del área de Migraciones, advierte de que «si ahora empieza a haber recortes de pensiones, mucha gente no va a llegar siquiera al mínimo».

«El número de personas en riesgo de exclusión ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos tres o cuatro años: la gente mayor se ha empobrecido y muchas familias carecen de recursos para comprar, por ejemplo, carne y pescado frescos de forma regular», añade Enric Morist, coordinador de Creu Roja en Catalunya.

PACTO GLOBAL / Morist propone una salida. «La lucha contra la pobreza debería ser una prioridad de Estado». Ramon Noró, de Arrels, le secunda y sugiere la creación de una especie de «pacto de Estado, que unifique criterios de actuación y permita cumplir la estrategia europea por la que en el 2015 no debería haber ya nadie durmiendo en la calle en contra de su voluntad».

Desde el ayuntamiento de Barcelona, la concejala de Calidad de Vida, Maite Fandos, suscribe la propuesta. El asunto, asegura la edil, ha sido ya tratado en reuniones mantenidas con las entidades de ayuda social y es «una de las prioridades del nuevo equipo de gobierno municipal». Por eso, adelanta Fandos, «el compromiso es que, como mínimo, se mantengan los fondos asignados a la lucha contra la pobreza en el próximo presupuesto». Las familias y las personas sin techo serán el objetivo principal, afirma.