Balance demográfico

Sin relevo generacional

España alcanzará en la próxima década un grave desequilibrio entre jóvenes y mayores

Unos jubilados caminan por Barcelona.

Unos jubilados caminan por Barcelona.

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

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La población se redujo en España en el 2013 un 0,9% en relación a la del año anterior (un 0,5% en Catalunya), una merma que incide de forma especial en la población menor de 18 años, el sector imprescindible para garantizar el relevo social y laboral de las generaciones que van envejeciendo. Los cuatro parámetros que permiten calcular esa pérdida poblacional inciden en penalizar al sector joven: el balance entre la inmigración que ha dejado el país y los autóctonos que se han marchado alude en ambos casos a personas próximas a la treintena, en tanto que el equilibrio entre nacimientos y defunciones tampoco arroja un saldo a favor de los recién llegados. Casi un 45% de la población española cuenta más de 45 años, y apenas un 16% tiene menos de 16. La edad media de los españoles aumenta a 43 años y la de los extranjeros es de 34,8.

Los expertos en demografía y estadística no son partidarios de emitir negros augurios en relación al equilibrio poblacional español ya que, apuntan, «es imposible prever los acontecimientos de cualquier índole que ponen en marcha los movimientos demográficos». Es decir, un fenómeno imprevisible puede incrementar súbitamente la población. Fenómeno económico, posiblemente.

A peor

Del padrón poblacional español, no obstante, se deduce que el máximo desequilibrio demográfico, en beneficio de la población mayor de 65 años, se producirá en el próximo decenio, ya que es en ese periodo cuando la generación del baby boom de principios de los años 60 alcanzará dicha edad. Esos ciudadanos estarán próximos a la jubilación. Tras esa generación, a partir de los años 80, España inició una marcada y progresiva caída de los nacimientos, fase que se detuvo en el 2005, con la irrupción masiva de inmigración procedente de América Latina, África y Asia. Este segundo boom se detuvo hace dos años, si bien sigue produciéndose una residual llegada de inmigrantes a los barrios más deprimidos de Catalunya.

Las nulas políticas dirigidas a apoyar, proteger o estimular la maternidad, en especial entre las mujeres autóctonas que disponen de estudios y profesión, es una de las razones que explican el retroceso demográfico que experimenta España, y especialmente Catalunya. Embarazo sigue siendo sinónimo -aún más desde que se inició la crisis económica- de trabajadora susceptible de despido laboral, ya sea durante el periodo de gestación, a causa de las eventuales bajas por motivos médicos, o al finalizar este y producirse el parto.

El colectivo de mujeres inmigrantes, que se declaran menos condicionadas por una profesión o por la escasez económica en el domicilio, ha sido en el último lustro el promotor de buena parte de los nacimientos. A medida que esta población desciende,  vuelve a reflejarse la preocupante escasez de nacimientos. Este fenómeno, que fue europeo, es particularmente español desde hace más de un lustro. Las administraciones públicas españolas todavía no valoran la progresiva pérdida de individuos. Ni le ponen remedio.