Gente corriente

Silvia Resorte: «Hay mucha gente que es punk y no lo sabe»

«Hay mucha gente que es punk y no lo sabe»_MEDIA_1

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GEM,MA TRAMULLAS

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Coincidiendo con la exposición Punk. Rastres en l'art contemporani del Macba, una de las pioneras de la escena punk de Barcelona expone sus vivencias de un movimiento que se hizo ruidosamente visible entre finales de los años 70 y los primeros años 90. Silvia Resorte (Sant Boi, 1957) cantaba en uno los grupos de referencia de la época, pero pide que se la presente simplemente como «una punk más». Durante la conversación en El Lokal de la calle de la Cera de Barcelona (uno de los pocos espacios de la ciudad que conserva el espíritu punk), dedica su primera intervención a mencionar, a modo de reconocimiento, a decenas de grupos, ateneos, radios libres, fancines, libros, personajes, bares y plazas que conformaban el paisaje de la auténtica Barcelona rebelde.

Cien por cien punk. Más allá de crestas y litronas, su relato personal sobre el movimiento reivindica un legado de lucha social.

-¿Ha ido a ver la exposición del Macba?

-Sí, y no me identifico en absoluto con ella.

-¿Por qué?

-Son imágenes sin trascendencia basadas en cuatro clichés. Muestran una habitación llena de cristales rotos, ¿y eso es punk? ¡Lo punk sería romperlos! También hay una habitación desordenada como si fuera la de un punk, ¡pero falta la peste a calcetines y a bragas sucias! ¿Y las casas okupadas?, ¿y las manifestaciones?, ¿y los abusos policiales? Se han concentrado en los artistas y han ignorado la esencia del movimiento.

-¿Cuál es la esencia del punk?

-La gente, nosotros, los punks. ¿Sabe por qué nos escupíamos entre nosotros?

-No.

-Para recordar al que estaba encima del escenario que no era superior a los demás.

-Usted fue pionera en estar ahí arriba.

-Soy una punk más y ya está. No quiero hablar de mí, sino de un movimiento agreste y nada mojigato. Nos dimos cuenta en seguida de que la Transición no existía.

-¿Habla de política?

-Hablo de cómo la policía nos llevaba a comisaría solo por las pintas; hablo de cuando la urbana irrumpió en el bar Concentrik con gases lacrimógenos y hubo detenidos y heridos, de los nuestros claro [1986]; hablo del asesinato de Pedro Álvarez por un policía nacional que se fue de rositas [1992]...

-A nivel popular ha calado más la estética punk que su espíritu antirrepresivo.

-El punk era amigo de los borrachos, de las putas, de los discapacitados... Ahora las chicas llevan camisetas de Ramones, pantalones rotos por la rodilla y deportivas blancas. Visten como ellos pero jamás han escuchado sus canciones. ¡Creen que Ramones es una marca!

-Entonces, ¿el punk está muerto?

-No, ser punk es para toda la vida y el movimiento está activo, pero en la subcultura. Hay gente que se autoorganiza al margen del sistema según la filosofía del háztelo tú mismo, que es uno de los legados del punk.

-¿Punk es alguien que vive intencionadamente al margen del sistema?

-La actitud es esa, pero para serlo primero tienes que declararte punk tú mismo. Hay mucha gente que es punk y no lo sabe.

-La rabia antisistema se volvió en contra de muchos punks y la heroína hizo estragos.

-La heroína es como estar muerto y hubo una permisividad para que se introdujera en según qué sectores, seguramente para eliminar a una juventud que molestaba.

-Usted aún está aquí para contarlo...

-Cuando era muy joven, el jefe de mi pandilla me dijo: «¿Ves estos polvos blancos? Pues tú prueba de todo, menos eso». Aquello me salvó la vida. La droga punk por excelencia era la anfetamina: te animaba a hablar, te hacía estar a gusto con todo el mundo, te daba una marcha... Era mi droga favorita hasta que dije: «Silvia, hasta aquí». Y nunca más he vuelto a tomarlas.

-El punk fue un movimiento extremo.

-La vida hay que vivirla intensamente, para verla desde un sofá no vale la pena.

-Eso dicen también los que compiten en ultratrails y escalan montañas imposibles.

-Ya, pero nos enfrentamos a límites distintos. Nuestro límite es la justicia social.