Sacerdote, fundador de Preda

Shay Cullen: «Nadie debe ser inmune al crimen del abuso sexual de menores»

<b>‘TREBALL I COMERÇ JUST AL SUD’. </b>Ateneu Sant Roc. Cáceres, 34. Badalona. A las 20.00 horas.

CARME ESCALES
BADALONA

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En 1969, recién nombrado sacerdote, Shay Cullen dejó su Irlanda natal para cumplir su primera misión. En las calles de la ciudad filipina de Olongapo topó de frente con la prostitución infantil alimentada pormarinesy redes mundiales, que hicieron de aquella urbe uno de los destinos de turismo sexual más frecuentados de Asia. Cullen ha sido invitado por Intermón-Oxfam para hablar, hoy en Badalona, del comercio justo que permite romper la cadena que une pobreza y prostitución.

–¿Cómo funcionan las mafias de la prostitución infantil?

–Van a buscar a menores a las zonas rurales y les ofrecen trabajo de servicio doméstico o de limpieza en casas y hoteles, pero muchos de esos menores son llevados a clubs y bares de sexo de las ciudades.

–¿Quién es cliente de esos lugares?

–El dinero para el turismo sexual en Asia viene de Europa y Norteamérica, y también de España. Nadie está excluido. Muchos están casados y también son padres de menores.

–¿Qué hay en la mente de un hombre que practica sexo con un menor?

–El abuso sexual tiene que ver con el poder y el dominio. Por eso tenemos pedófilos profesores, clérigos, instructores de natación, políticos, policías, padres…, la gente con poder puede usarlo sobre los débiles.

–¿Qué sintió al enterarse de los arzobispos irlandeses pedófilos?

–No me chocó. Ya sabía algo.

–La Iglesia, que debía ser ejemplo, no es contundente con la condena.

–Si enfocamos solo a la Iglesia católica, nos equivocamos. ¿Y los casos de pedofilia en testigos de Jehová en Estados Unidos? Nadie debe ser inmune al abuso sexual de menores. Estén donde estén, los pedófilos deben ser juzgados y encarcelados. Abusar de un menor es un crimen.

–Pero la condena, un día se acaba.

–Sí, eso es otro asunto. Al menos en Filipinas, la prisión mínima son ocho años y puede llegar hasta 17.

–¿Qué pueden hacer los gobiernos para acabar con esa explotación?

–Acabar con la industria sexual que la alimenta. Si los gobiernos, y todos nosotros, asumimos con normalidad el negocio del turismo sexual y de lossex-shops,la mente de un niño lo verá como una práctica común. Y, sobre todo, faltan leyes contra el sexo en internet.

–¿Cómo ayuda el comercio justo?

–Nuestra fundación, Preda (www.preda.org), trabaja para que la vida en el campo sea una alternativa digna, lejos de la explotación.