FUNERAL DE ESTADO EN BARCELONA

Sentida ceremonia por las víctimas de Germanwings en la Sagrada Família

MAURICIO BERNAL / BARCELONA

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Fue al final, concluida la ceremonia, mientras las autoridades recorrían la nave central de la Sagrada Família y daban el pésame, uno por uno, a los familiares de las víctimas, cuando las cámaras captaron los primeros planos de lo que realmente da sentido a estos rituales: las caras tristes, las miradas perdidas, el llanto de estas personas inconsolables, que acaso un mínimo consuelo sintieron ayer, al menos por sentirse arropadas. El templo expiatorio de la calle de Mallorca, en Barcelona, rindió homenaje con una sentida y solemne misa católica -que no excluyó a otras confesiones- a las víctimas del avión de Germanwings, a sus familiares y a sus allegados, en una tarde cuyo sentido fundamental era ese: arropar a personas que desde la mañana del accidente se sienten, con toda seguridad, muy desamparadas.

«Nuestra celebración religiosa con representantes de diversas confesiones quiere expresar nuestro afecto a las víctimas y a sus familiares -expresó el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, en la homilía-. Llevamos en nuestro corazón, de una manera muy especial sus familiares y amigos, el dolor por la muerte de estos queridos hermanos». Era un funeral de Estado y a la Sagrada Família acudieron los reyes de España, Felipe y Letizia, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el de la Generalitat, Artur Mas, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, y numerosos responsables políticos, como el presidente del Congreso, Jesús Posada, y el del Senado, Pío García Escudero, así como el jefe del PSOE, Pedro Sánchez. Francia, el país donde tuvo lugar el accidente, envió a la ceremonia a su secretario de Estado de Asuntos Europeos, Harlem Désir, y Alemania, donde tiene su sede la aerolínea accidentada, a Peter Altmaier, el jefe de la Cancillería Federal. «La muerte violenta y repentina de nuestros queridos hermanos podría paralizar la vida de quienes les aman muchísimo», añadió Sistach. Y a la desolada audiencia le recetó esto: «coraje para vivir».

Poco más de un mes ha pasado desde el accidente del vuelo 9525 de Germanwings, que el copiloto estrelló deliberadamente en los Alpes algo más de media hora después de despegar del aeropuerto de El Prat, en Barcelona, con destino a Düsseldorf. Fue el 24 de marzo. Perdieron la vida todas las personas a bordo, 150, la mayor parte de ellas de nacionalidad española y alemana. En la Sagrada Família brilló ayer una vela blanca por cada víctima: las fueron depositando en la escalinata del presbiterio los alumnos del Instituto Giola de Llinars del Vallès, justo antes de la misa, uno de los momentos más conmovedores de la tarde. En el Giola aún lloran a los 16 alumnos y a los dos profesores alemanes que volvían a su país después de pasar unos días en Llinars en el marco de un intercambio. También a ellos, por supuesto, se dirigía el arzobispo Sistach con su llamado al coraje.

EL LUGAR DEL PRÓJIMO

La ceremonia fue católica, pero al final tuvieron la palabra los representantes de las confesiones evangélica, judía y musulmana. Los tres abundaron en el mensaje de Sistach y hablaron de arropar a los familiares, de darles apoyo, de sostenerlos en el momento terrible. «Busquemos el consuelo en el amor de quienes nos aman», les dijo el pastor evangélico Guillem Correa, el primero en intervenir. «Situarte en el lugar de tu prójimo -reflexionó Jorge Burdman, de la Comunidad Israelita de Barcelona-: quizá eso es lo que intentamos hacer hoy aquí». Mohamed Halhoul, secretario general de la Federación del Consejo Islámico de Catalunya, por su parte, llevó al terreno de «la solidaridad, el acompañamiento y la proximidad con los familiares y amigos» lo que puede hacerse -poco o mucho, según se mire-, por ellos.

Unas 1.500 personas asistieron a la ceremonia, de las cuales dos tercios eran familiares o allegados de las víctimas. Al templo llegaron después de visitar la sede del Parlament, donde fueron recibidos por la presidenta, Núria de Gispert, y miembros de todos los grupos parlamentarios, informa Fidel Masreal. Luego, ese millar de personas de luto recibieron el pésame de los Reyes, de Rajoy y de Mas, ese largo y sentido recorrido al final de la ceremonia por la nave central de la basílica. Un recorrido de dolor, pero sobre todo de consuelo.