NUEVAS TECNOLOGÍAS APLICADAS A LA CIUDAD
Sensor rima con ahorrador
MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
SANT CUGAT DEL VALLÈS
Ana María no tiene muy claro si eso de pasar tanto tiempo rodeada de decenas de dispositivos electrónicos no le acabará pasando factura. «Dicen que han colocado sensores por toda la calle. Solo aquí al lado hay más de cincuenta. No sé... espero que sean seguros», comenta la cajera, mientras se dispone a pasar el lector de códigos de barras por una remesa de yogures, latas de conserva y productos congelados. «Son muchas horas las que paso aquí», suspira la mujer. «El riesgo es casi nulo. Solo los chips que las tiendas ponen en la ropa ya emiten más ondas que estos dispositivos», la tranquiliza María Serrano, responsable de Tecnologías de la Información del Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès.
En principio, pues, seguros sí son. E inocuos para la salud de los vecinos. «Son dispositivos que transmiten los datos por radiofrecuencia de baja intensidad, no por ondas magnéticas», aclara Serrano, una de las impulsoras del proyecto de ciudad inteligente que ha sembrado de sensores los alrededores de la plaza de la Vila de Sant Cugat. La localidad vallesana inauguró ayer la primera calle inteligente integral, o smart street, de Catalunya, equipada con siete soluciones electrónicas con las que se busca ahorrar consumo energético, mejorar la movilidad y optimizar la recogida de basuras, entre otras cosas.
La iniciativa incluye en realidad tramos de calles distintas y un amplio parque, el de Ramon Barnils. La que tanto preocupa a la cajera es la calle de Sant Medir, donde la empresa Worldsensing ha instalado su sistema Fastpark para vehículos de carga y descarga. A la entrada de la vía hay un panel electrónico que indica cuántas plazas de aparcamiento hay disponibles. De esta manera, los conductores pueden ir directos al lugar indicado y evitan tener que dar vueltas y vueltas a la manzana.
Junto al panel, justo frente a la puerta automática del supermercado (otro sensor... ¿cuántos van ya?), unos contenedores equipados con un dispositivo detector avisan cuando están llenos. «Todos estos mecanismos se van a probar durante seis meses. Si los datos que se recogen son favorables, irán extendiéndose progresivamente a otras zonas de la ciudad», anunció la alcaldesa, Mercè Conesa.
Menos luz y menos agua
Pero el meollo de la smart street de Sant Cugat está a unos metros del supermercado asediado por los sensores. En la calle de Cèsar Martinell, con sus casitas adosadas y vistas al parque, hay otro sistema de aparcamiento asistido -gestionado en este caso por la empresa Parkhelp-, unos detectores de movimiento que modulan la intensidad de la luz de las farolas y unos aspersores conectados a un satélite meteorológico que no se disparan si ha de llover.
El ahorro previsto, aunque difícil todavía de cuantificar, puede ser importante. «Con este sistema el consumo de agua de los aspersores puede disminuir el 20%, mientras que el de luz se calcula que bajará el 30%», indica Jordi Puigneró, concejal de Governació y otro de los grandes valedores del proyecto.
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