La segunda oportunidad

La crisis vapuleó también a muchos pequeños empresarios, la mayoría autónomos que entonces no tenían derecho a la prestación por desempleo, y altos directivos. “Nos llegaban personas, la mayoría con situaciones muy duras y empezamos a darles apoyo”, recuerdan Rosa Juny, directora de la fundación Emppersona, de la patronal de la Petita i Mitjana Empresa de Catalunya (Pimec). Desde entonces han atendido a 750 personas, más de la mitad el 58%, ha logrado una segunda oportunidad: reflotar la empresa, crear una nueva o trabajar por cuenta ajena. La organización ha firmado convenios con el centro de acogida Assis "para que dé cobijo a los empresarios que han perdido la vivienda" y colabora con Cruz Roja y Cáritas para que estas oenegés les envíen a los pequeños empresarios que requieren ayuda.

ÉXITO Y FRACASO

La mayoría de los participantes en este proyecto, entre el 70% y el 80%, son hombres, con una edad media de 50 años y con comercios o negocios de la construcción. “Cuando acudían tenían una situación económica y emocional precaria. Estaban acostumbrados a vivir en el éxito y habían fracasado y aquí, a diferencia de Estados Unidos, el fracaso se penaliza”, insiste Juny. Debido a la dificultad para asumir la derrota, son las parejas de estos empresarios las que acuden en demanda de auxilio "a las mujeres nos cuesta menos pedir ayuda", reconoce la directora de la fundación.

Son empresarios que cada vez agrandan más su deuda porque “apuestan por su negocio como si fuera un hijo”, resume Juny. Para conseguir créditos, hipotecan la casa y se encuentran con cuotas altas que no pueden asumir. Pierden la vivienda, el negocio y además tienen hijos en colegios concertados que deben pagar. Están acostumbrados a llevar una vida holgada y ven cómo todo les hace aguas. “Son gente que debería hacer cambios en su vida, pero no se atreve. Les cuesta mucho entrar en el circuito de las ayudas y cuando entran, ya la situación es muy desesperada”, afirma la directora de la fundación.