MOVILIZACIONES CIUDADANAS EN EL ALT EMPORDÀ

Sangra la N-2 en Bàscara

Puntuales y perseverantes 8 Los vecinos de Bàscara interrumpieron nuevamente ayer durante una hora el tráfico por la carretera N-2.

Puntuales y perseverantes 8 Los vecinos de Bàscara interrumpieron nuevamente ayer durante una hora el tráfico por la carretera N-2.

CRISTINA BUESA
BÀSCARA

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«El jueves pasado, de repente, noté una sensación rara. Oía voces. Me paré a escuchar. Efectivamente era gente hablando. Entonces me dí cuenta de que era algo que nunca pasa detrás de este mostrador. El ruido ensordecedor de la carretera impide oír nada que no sea el tráfico. Ese día, al interrumpirse la circulación durante cinco horas, descubrí otros sonidos, como las palabras de los vecinos de los edificios contiguos o las de la gente que pasaba por la calle»,relata Montse Feliu. La dueña de la papelería que hay a pie de la N-2 en Bàscara (Alt Empordà) se refiere al corte de la carretera como consecuencia del accidente en el que murió la vecina del municipio Pilar Quer, de 60 años. El último zarpazo de la vergonzosa infraestructura.

La muerte de esta mujer es la que ha sacado al pueblo a la calle. El jueves y el viernes improvisaron las protestas pero desde el lunes cortan la carretera de forma organizada de 9 a 10 de la mañana. Amenazan con mantener las movilizaciones hasta que se les dé una solución. Bàscara tiene un millar de habitantes. Durante décadas han malvivido divididos por una vía que depende del Ministerio de Fomento por la que actualmente circulan 3.900 camiones al día. Hace solo cinco años eran 2.900, pero la crisis ha echado a estos vehículos pesados de la autopista de pago traspasándolos a una N-2 con las cifras de siniestralidad por las nubes. Solo en el 2012 fueron 15 víctimas mortales y en enero fueron dos, la última la mujer de Bàscara a la que ayer recordaban las pancartas de sus vecinos. Entre quienes protestaban estaba el hijo de la fallecida.

Complicidad policial

La cera de las velas que encendieron el viernes y el asfalto dañado por la quema de neumáticos eran testigos de lo ocurrido en los últimos días. El sentimiento más extendido entre quienes participaron en el corte de tráfico era de hartazgo. Nunca antes habían hecho algo así.«Nos tendrán aquí hasta que lo arreglen. Ningún camión pasa a 40 kilómetros por hora por esta travesía, hay que jugarse la vida para cruzar al otro lado»,se lamentaba Francesc Martín, que perdió a su madre en un accidente en 1995 en el que quedó muy malherida su hermana de 13 años. Un camión se las llevó por delante.

Martín rememora cómo, de pequeño, salían corriendo del colegio para ver los accidentes de los tráileres en la curva sobre el río Fluvià. Ahora, con su hija pequeña, evita pasar por la carretera y el cruce con la avenida del Empordà en la que ayer los manifestantes plantaron una mesa para desayunar. Bàscara sufre la cicatriz de la carretera y, a pesar de que es una herida que existe desde siempre, la gente no soporta más el riesgo que conlleva la convivencia con la N-2.

Tal es la impaciencia para que el Ministerio de Fomento y la Conselleria de Territori alcancen un acuerdo que prohíba el paso de estos camiones por el tramo norte de la carretera, que hasta los Mossos d'Esquadra se suman a la queja. A la complicidad en la gestión de los cortes de la semana pasada se sumó ayer un grupo de agentes que blandía una pancarta que calificaba de«vergüenza» a los políticos.«Hay que hacer algo de una vez», insistía el agente Ramón Labrador.

A pocos metros de él estaba el alcalde, Lluís Lloret. Él no puede atribuir la falta de soluciones para su municipio a sus antecesores. Lleva 29 años al frente del ayuntamiento y algunos vecinos le afeaban ayer que solo ha salido de la casa consistorial para quejarse de la N-2 ahora que parece que la solución está cerca.«Los políticos viven muy bien», sostenía ayer como si el reproche vecinal no fuera con él.

Cambiar cristales cada año

En la N-2 en Bàscara, impidiendo ayer que pasara ni un solo coche ni camión durante una hora, había vecinos«de la carretera y del pueblo». Esa es la nomenclatura que siempre se ha usado en el pueblo. Cuentan que los chavales juegan en su parte del municipio, en la que les toca en función del lado de la vía. Las mujeres mayores --como Mercè Clavaguera, Marina Torrent o Carmen Díaz-- pasaban el rato haciendo la lista de las víctimas de la N-2, con un«pobrecito»detrás de cada nombre o apodo.

Desde la barra del bar Sala, Josep cada día tiene que bajar la vista varias veces para no ver según qué maniobras. Cree que de este modo es como si ayudara a que no pasara. Tiene asumido que debe cambiar los cristales del negocio al menos una vez al año por las piedras que rebotan desde las ruedas de los camiones. Pero la revuelta vecinal tal vez espacie esa frecuencia.