Gente corriente

Samarkanda Ortíz: "Creo en el poder sanador de la música"

Mujer de sonrisas, es jaranera y cantadora de son jarocho, una música tradicional de sur de México.

«Creo en el poder sanador de la música»_MEDIA_1

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CATALINA GAYÀ

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Entrevisto a Samarkanda Ortíz en el patio del Centro Cultural Diógenes donde, explica, se volvió a conectar con el son jarocho.

-Empecé a tocar la jarana en el 2004 y a zapatear en el 2003. Entré al son jarocho de lleno en un taller de zapateado jarocho en la Escuela Nacional de Antropología e Historia cuando estudiaba Etnología en México.

- Vamos por partes: ¿zapatear?

-Zapatear es tocar un instrumento que se llama tarima con los pies. Es marcar el ritmo del son y hacer adornos cuando no hay verso.

-Es mexicana.

-Sí, soy mexicana. Llegué a Barcelona en el 2011. En México, mis maestros de endolingüística, los doctores Meulemans, me hablaban mucho de Catalunya. Vine a buscar respuestas.

-¿Respuestas?

-Decidí venir por una conexión muy fuerte con Catalunya y la lengua catalana. La primera vez que escuché el Virolai me emocioné muchísimo. Mi maestra de endolingüística me preguntó si  tenía ascendencia catalana.

-¿La tiene?

-Sé que mi bisabuelo paterno llegó a México, a Chihuahua, antes de la guerra civil. No hay acta de nacimiento. Una tía me dijo que venía de la zona de los Pirineos. Mi otro bisabuelo, el materno, de nombre Patricio Ramos, nació en Catalunya y llegó a México con 3 años. Lo supe después.

-Perdón: ¿estudiaba endolingüística?

-Es una ciencia que estudia el lenguaje interior de las lenguas: coges todo el sistema y estudias las lenguas en paralelo, y vas buscando los códigos comunes.

-¿Cuántas lenguas habla?

-[Se ríe] Español, catalán, inglés, francés, italiano, alemán y japonés.

-Y en Catalunya, ¿se conecta con el son?

-Catalunya me da la oportunidad de reconectarme con el son jarocho en Diógenes. Ahí, empezamos con dos compañeras a dar talleres de son jarocho, con Guadalupe Cano y Nandy Luna. También formo parte de la Barcelona Coral Asia, un proyecto impulsado desde Casa Asia que reúne a 50 jóvenes de 24 nacionalidades. Juntos cantamos piezas de distintos lugares de Asia.

-Me imagino que  canta en la lengua...

-Tagalo, en patuá, de Macao. ¡Cantamos en chino, en japonés...!

-Su proyecto Como el mar. Cuerdas que sanan está inspirado en  la música tradicional mexicana.

-Está inspirado en el son jarocho, un género tradicional del sur de México que nace en los siglos XVII y XVIII. Consiste en retomar la música tradicional y, a partir de ahí, proponer nuevas canciones con distintas armonías. Un poco desde la música que ha sonado en mi cabeza como habitante de la ciudad, ya sea jazz, rock... Lo he decidido llamar folk urbano fusión.

-¿Cuándo nace?

-En el 2005 empecé a componer. Cinco años después, en el 2010, nació el proyecto, junto con la violinista Tania Torres. Mi intención era compartir esta música desde la idea del poder sanador de la música. Por eso lo llamo Cuerdas que sanan, porque creo que la música puede sanar conscientemente. En el 2011, grabamos la maqueta.

-Y habla de...

-[Acaricia la jarana] La primera pieza la compuse en Nuevo México y habla de las flores. Otra nació en la India: se llama Remar. Habla de remar a contracorriente.

-Y dice que llegó a Barcelona…

-Ah, sí. Vine a cursar un máster en estudios internacionales. Acabé el año pasado.