Crisis sanitaria internacional

Romero se desespera al alargarse su aislamiento unos días más

La auxiliar de enfermería Teresa Romero.

La auxiliar de enfermería Teresa Romero.

MANUEL VILASERÓ / MADRID
MAYKA NAVARRO / BARCELONA

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Se había hecho a la idea de que ayer abandonaría la planta de aislamiento y podría volver a abrazar a su marido, pero recibió un jarro de agua fría nada más levantarse. El equipo médico del hospital Carlos III decidió ayer extremar las precauciones y aplazar el gran momento unos días, hasta tener la seguridad absoluta de que Teresa Romero no podrá contagiar a nadie.

Su reacción fue la previsible: se enfadó, desesperó y maldijo su suerte. Se ha visto tan cerca del final de su reclusión que ahora solo piensa en volver a su pueblo de Galicia, reunirse con su madre y perder de vista los siniestros trajes de protección, según fuentes sanitarias.

«Se lo ha tomado muy mal, porque se había hecho muchas ilusiones», reconocía Teresa Mesa, la amiga que ejerce de portavoz de la enferma y de su marido. Lo que se le hace más cuesta arriba es que le han comunicado que deberá quedarse unos días más, pero sin precisar cuántos.

PACIENCIA / La psicóloga que la había atendido en sus peores momentos ha  tenido que volver a ocuparse de ella. Todos confían en que comprenderá que lo importante es que ya está curada y que ahora ya solo es cuestión de «tiempo y paciencia».

No hay ninguna duda de que la auxiliar de enfermería ha vencido  al ébola. Los cuatro análisis negativos del virus en sangre (PCR) registrados desde el pasado sábado lo certifican. En estas circunstancias, las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) permiten «retirar las precauciones de contacto» con otras personas, reconocía el jefe del equipo,  José Ramón Arribas, pero ha decidido «extremar la prudencia». «Mantendremos el aislamiento hasta «que se tenga la completa seguridad de que ninguno de sus fluidos corporales contienen un virus que puedan contagiar», explicó en una comparecencia ante los medios de comunicación.

El desencadenante de la decisión de revocar el plan de acabar con el aislamiento ayer mismo fue la aparición de un positivo en el análisis de heces y de la saliva. Unos «restos de virus» cuyo potencial de contagio se desconoce y la única manera de saberlo es llevar a cabo un cultivo cuyos resultados llevarán unos días.

Los médicos argumentan que no hay referencias fiables sobre cómo actuar en estos casos. Todos los estudios publicados se han llevado a cabo en África, en unas condiciones muy diferentes a las de los pacientes que ahora están siendo tratados en los países desarrollados. Hasta ahora solo se había referido que en los hombres el virus permanece en el semen durante tres meses, pero no había constancia sobre los fluidos de las mujeres.

En los pacientes atendidos en EEUU y Europa, en unos sitios se ha permitido el contacto inmediato y en otros no, sin que en ningún caso se hayan producido contagios.

ERRORES QUE PESAN / Que en España se haya optado por la cautela más extrema puede tener que ver también con los errores en cadena cometidos antes y después del contagio de Teresa Romero, que el Consejo General de Enfermería atribuyó el lunes a una negligente «relajación» de los responsables sanitarios en su deber de tomar precauciones.

Que ahora las precauciones se  llevan al límite máximo lo prueban las órdenes que ha recibido el personal sanitario de la planta sexta del Carlos III. Antes de entrar en la habitación donde permanece aislada la enferma, se ponen y se quitan el traje de protección una vez bajo la supervisión de un instructor. Los enfermeros denunciaron el lunes que un mínimo de tres sanitarios había entrado a cuidar a los misioneros repatriados sin ningún tipo de instrucciones, ni teóricas ni prácticas y sin saber siquiera lo que era un traje.