GALARDÓN DE LA GENERALITAT

«Creamos chips que detectarán el cáncer de forma sencilla»

El físico Romain Quidant gana el Premi Nacional de Recerca en la modalidad de joven talento

El físico Romain Quidant, en el Institut de Ciències Fotòniques (ICFO).

El físico Romain Quidant, en el Institut de Ciències Fotòniques (ICFO).

ANTONIO MADRIDEJOS / CASTELLDEFELS

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El físico francés Romain Quidant (Dijon, 1975), investigador del Institut de Ciències Fotòniques (Icfo), recibirá mañana el Premi Nacional de Recerca de la Generalitat, en su modalidad de joven talento (menores de 40 años), por el desarrollo de un minúsculo chip de diagnóstico que, aprovechando las posibilidades de la luz y el uso de unas nanopartículas de oro, permite detectar marcadores moleculares en la sangre, una herramienta que abre el camino hacia un diagnóstico más rápido y sencillo del cáncer. Persuadido por Lluís Torner, director del Icfo desde su fundación, Quidant rechazó otras ofertas y aterrizó en Barcelona hace 12 años cuando el instituto estaba prácticamente en construcción. «No me arrepiento de haber venido», dice sin dudarlo.

¿En qué situación se encuentra el desarrollo del chip de detección?

–Hemos demostrado que funciona en laboratorio, que tiene un potencial importante, y ahora estamos en la fase de transferencia tecnológica, explorando la posibilidad de hacer un prototipo en colaboración con varios equipos médicos.

–¿Sería necesaria la implicación de alguna empresa?

–Depende de lo que queramos hacer, pero no quiero dar detalles porque es algo confidencial. Antes debemos concentrarnos en la fase científica y de desarrollo tecnológico.

–¿Qué ventajas ofrece su chip frente a las herramientas habituales de detección de moléculas en sangre?

–Es cierto que hay en la actualidad varios sistemas, pero nuestra idea es crear chips adaptables para la detección de cualquier tipo de molécula de forma sencilla y rápida. Es decir, poder ir al médico de cabecera, que te saque una gota de sangre y en su misma consulta –a partir del chip y de un lector– obtener la información sobre la presencia de determinados marcadores del cáncer. Sin una gran infraestructura. Y barato.

–Ustedes trabajan con la detección del antígeno PGA, un marcador del cáncer de próstata, y con la proteína GRP94, vinculada a la metástasis del cáncer de mama...

–El concepto es que sirva para todo. Puedes modificar el chip para cualquier tipo de biomolécula.

¿Qué ventajas ofrece su chip frente a las herramientas habituales de detección de moléculas en sangre?

–Es cierto que hay en la actualidad varios sistemas, pero nuestra idea es una técnica adaptable para la detección de cualquier tipo de molécula. Es decir, poder ir al médico de cabecera, que te saque una gota de sangre y en su misma consulta -a partir del chip y de un lector- poder obtener la información sobre la presencia de determinados marcadores del cáncer. Un proceso corto sin una infraestructura compleja. Y barato.

Ustedes trabajan con la detección del antígeno PGA, un marcador del cáncer de próstata, y con la proteína GRP94, vinculada a la metástasis del cáncer de mama...

–El concepto es que sirva para todo. Puedes modificar el chip para cualquier tipo de biomolécula.

¿Cómo funciona a grandes rasgos el chip detector?

–Se coloca una gota en el chip, que es una pequeña estructura de vidrio y polímeros, y gracias a las reacciones físicas que se producen sobre unas nanopartículas que lleva implantadas podemos saber si hay determinadas moléculas.

¿Qué les sucede exactamente a las nanopartículas?

–Cambian de color. Las nanopartículas que empleamos, que son de oro, tienen un color bien definido por su geometría, pero ese color es sensible a los cambios del entorno. En dimensiones nanométricas, las propiedades ópticas cambian radicalmente. Aparece lo que técnicamente conocemos como una resonancia plasmónica, una respuesta específica. Digamos que, cuando pones la sangre, el marcador se engancha e induce un cambio de color.

¿Lo ves a simple vista?

–No, necesitas un lector óptico que manda luz sobre las nanopartículas y mide el espectro, el color. La magnitud del cambio te da idea de la concentración, de si se está disparando la presencia del marcador.

¿Qué grado de fiabilidad tiene?

–Una gran parte de nuestro trabajo ha sido asegurarnos de tener medidas reproducibles que te puedas fiar. Los resultados son muy buenos.

¿Serviría para una sola molécula?

–No. Nuestra idea es detectar al mismo tiempo varias a la vez. Si monitorizas varias moléculas, es más fiable. En cualquier caso, la principal aplicación sería para screening (cribado) de diversas enfermedades de una manera muy rápida.

Entonces, ¿deberíamos hacernos otra prueba?

–Sí. La idea es poder identificar dentro de grandes poblaciones el riesgo de desarrollar una enfermedad: vas al médico de familia, te hace la prueba y, si observa algo que se sale de los rangos normales, sospecha. Entonces te envía al hospital para que te hagan pruebas más específicas. Hay que tener en cuenta que estas últimas pruebas son caras y requieren de tiempo y personal.

¿Serviría asimismo para monitorizar la evolución de un tratamiento?

–Así es. Tienes por ejemplo un paciente al que se le detectó la enfermedad y que sigue un tratamiento. Con el chip verías fácilmente si evoluciona bien, si la concentración de los marcadores se reduce. Y podría emplearse regularmente con grandes poblaciones. Avanzamos hacia una medicina personalizada.

¿Hay también potencial curativo?

–No, el chip no cura. La aproximación en este campo es diferente: Las nanopartículas que utilizamos en el laboratorio se pueden inyectar, avanzar por la sangre y engancharse a los tumores. Entonces las detectas y, conociendo el sitio exacto, desde el exterior puedes poner en marcha el tratamiento.

¿No serían tóxicas?

–Por supuesto, los efectos secundarios deben analizarse en profundidad, pero las pruebas con ratones no están mostrando toxicidad.

Lleva 12 años en el Icfo. ¿Ya es hora de hacer balance?

–He tenido la suerte de trabajar en un instituto con gente fantástica, con las excelentes condiciones de un contrato ICREA de la Generalitat y con el apoyo de instituciones como la fundación Cellex. Aquí he podido hacer lo mismo que habría hecho en los mejores centros del mundo. Creo que me vais a ver un buen tiempo, ja, ja.