Gente corriente

Rolando Bueno: «He tenido el privilegio de vivir solo de tocar el piano»

Músico 'bendito'. Su partitura vital arranca en la Cuba de Fidel y hoy suena en Arenys de Mar.

«He tenido el privilegio de vivir solo de tocar el piano»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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Descendiente de un aristócrata catalán, Rolando Bueno Dalmau nació en la ciudad cubana de Camagüey y fue un hombre fiel a la revolución. Compartió aula de música con genios como Paquito D' Rivera y Chucho Valdés y durante una década fue el pianista del mítico cabaret Tropicana de La Habana. El cómo ha terminado concediendo esta entrevista en el bar del Ateneu Arenyenc es una larga historia.

-¿Cuándo supo que quería ser músico?

-Tenía 11 años y andaba por una calle de Camagüey cuando escuché una música que salía del salón de una casa. Una chica tocaba la habanera Mirame así: [tararea] Ta, tiii, ti, ta, ti…. Y me quedé más de una hora agarrado a la reja de aquella ventana, escuchando.

-Con 16 años empezó a estudiar piano.

-Empecé tarde pero aprendía rápido. En mi segundo año de piano en el conservatorio Peyrellade cogí la partitura del Estudio Revolucionario de Chopin, que es muy difícil, y dije: «Yo tengo que tocar eso». [Tararea de nuevo] Pa, ro, ra, re, ri, re, ro, ra / ta, to, te, ta… En dos semanas ya lo tocaba.

-Llevaba la música en la sangre.

-Eso parece. Me seleccionaron para la Escuela Nacional de Arte de La Habana, donde solo entraban los mejores talentos del país. Allí tenían a los mejores pedagogos llegados de la Unión  Soviética, Hungría, Bulgaria...

-La escuela formaba parte del ambicioso proyecto cultural de la revolución cubana.

-Las instalaciones se ubicaban en el campo de golf del Country Club y los alumnos vivíamos internos en las mansiones que los millonarios habían abandonado tras huir a Estados Unidos. Yo estudiaba sin descanso, de lunes a domingo. Por eso soy de los pocos cubanos que no saben bailar bien.

-Se graduó en un tiempo récord.

-Me gradué en dirección coral y piano en 6 años, en lugar de los 11 preceptivos, ¡y eso que al principio me advirtieron de que era muy mayor para estudiar piano! Luego me licencié en composición en el Instituto Superior de Arte. Le debo todo lo que sé a mi profesor de composición, Frederic Smith.

-Su generación fue la primera que se graduó en la Escuela Nacional de Arte.

-Se la llamó la generación bendita. Compañeros míos fueron el trompeta Arturo Sandoval, Paquito D' Rivera, el baterista Horacio El Negro Hernández, Chucho Valdés... De ahí salieron los mejores músicos del mundo; menos yo y alguno más.

-¿Por qué?

-Hay quien nace parao [de pie] y otros que nacen acostaos, y parece que yo nací acostao. Conviví con músicos superdotados pero eso no quiere decir que yo lo fuera. No obtuve reconocimiento, pero sí he tenido el privilegio de vivir solo de tocar el piano.

-Tocó en el mítico cabaret Tropicana.

-Fui el primer pianista de la orquesta durante más de 10 años y he tocado en más de 20 países, en Montecarlo, San Remo...

-¿Por qué se fue de Cuba?

-Era asesor nacional de música del Ministerio de Cultura y me había sacrificado mucho por la revolución, pero mis hijos y mis nietos vivían peor que yo. Me sentía vigilado y no podía decir lo que pensaba. En 1999 salí de gira por Europa y no volví. Aún siento en mí el olor del mar, el olor de La Habana, de las arboledas del Country Club...

-¿Y cómo acabó en Arenys de Mar?

-Viví en Alemania e Italia y finalmente llegué a Madrid, con un piano en una mano y una maleta en la otra. Trabajé en una escuela de música pero estaba muy solo y decidí venir a Arenys, donde vivía una hija mía. Aquí tocaba en el restaurante Pòsit, el único que tenía un piano de cola. Pero terminó el contrato y ya llevo dos años sin trabajar. Tengo un repertorio inmenso: estándares de jazz, boleros... ¡hasta sardanas! Pero dicen que soy demasiado mayor.