Generación Tahrir

La revolución es necesaria para avanzar

Indignados en la calle de Aragó, ayer.

Indignados en la calle de Aragó, ayer.

Álvaro Alsina

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Revoluciónes una palabra que da mucho miedo. La voluntad de estatismo de una sociedad es el primer síntoma de que el sistema ha caducado. Y este sistema demuestra, con su aversión a los conceptos revolucionarios, su actual caducidad. Durante años, se ha creado un imaginario popular alrededor de la palabrarevolución, y ha habido esfuerzos intensos para que se relacione con imágenes de explosiones, de terrorismo, de cócteles molotov y de guerrilla urbana.

Sin embargo, las revoluciones son el mecanismo de progreso que tienen las sociedades. Las revoluciones culturales siempre han hecho progresar al ser humano. La revolución antropocéntrica puso fin a la edad media. El romanticismo fue otra revolución cultural, que cambió muchas concepciones humanas, entre ellas la creación artística. Los movimientos feministas, los movimientos obreros, el Mayo del 68... Las revoluciones que quieren mejorar el trasfondo cultural de las personas siempre son positivas, porque de la contraposición de ideas, del conflicto, siempre surgen nuevas ideas. Y un sistema que tiene miedo a las nuevas ideas es un sistema condenado a desaparecer.

En realidad, no tengo ninguna duda de que el mundo cambiará muchísimo en las próximas décadas. Estas movilizaciones ciudadanas son quizá el primer síntoma masivo de un conflicto que es, o será, en todo caso, transversal a toda la sociedad. La gente espera respuestas comprensibles, espera etiquetarnos en derechas o izquierdas, en propuestas. Si llega el momento en que se nos pueda enmarcar en los marcos preexistentes de la sociedad actual, querrá decir que la revolución ha terminado. Y la revolución acaba de empezar, y puede que termine dentro de 50 años.

La necesidad de cambio irá creciendo y se irá trasladando a toda la ciudadanía. Es un proceso imparable porque el ser humano, por definición, busca mejorar su entorno para mejorar su propia vida. Los analgésicos del sistema -la televisión basura, la transformación del arte en un producto de consumo, la mercantilización del pensamiento- son cosas que irán cayendo lentamente, muy lentamente, hasta que los ciudadanos puedan caminar juntos hacia un futuro mejor. Y llegará un día en que hará falta una nueva revolución. Será bienvenida.