CULMINACIÓN DE UN TALLER AUDIOVISUAL

Retratos en cautividad

Una de las instantáneas realizadas por presos que se puede ver en la muestra de la nave Bostik.

Una de las instantáneas realizadas por presos que se puede ver en la muestra de la nave Bostik. / periodico

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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De las paredes de la nave Bostik cuelgan 20 ventanas que, por una vez, tienen vistas al interior. Una mirada a las entrañas de un lugar donde nadie quiere estar, pero del que (casi) todos se preguntan cómo debe ser. No se puede decir que la perspectiva sea privilegiada cuando el universo que describe es el carcelario, pero tampoco se puede negar la exclusividad de esa visión cuando llega de la mano de los propios presos, quienes mejor podían transmitir la esencia de una vida privada de libertad. La introspección tiene continuidad al ver el resultado de sus obras: fotografías que son retratos a otros presos, modelos cuyas miradas, poses y gestos garantizan una prórroga en ese trayecto a la esencia de una rutina entre barrotes.

Este sábado se han abierto esas ventanas en el fecundo espacio cultural de la Sagrera, con la inauguración de 'Adentro', la muestra audiovisual impulsada por Ruido Photo donde lucen las obras de un taller fotográfico en el que han participado un grupo de reclusos de segundo grado (con permisos de salida puntuales) de la Prisión de jóvenes de Catalunya y de Brians 2. Son miradas "para mostrar que de la vida en la cárcel pueden salir cosas buenas" explica Marco, que alivia la pesada carga de su condena subido a la grupa de la fotografía y el rap.

Los seis meses del taller han sido intensos para los participantes, que han descubierto el lado técnico y artístico de esta disciplina, pero sobre todo el inmenso potencial de este medio. "Puedes transmitir las sensaciones del momento, la frustración de los días malos, pero también la complicidad de un grupo que ha estrechado sus vínculos en un lugar tan individualista como te obliga a serlo este", explica Jorge. Sergio asiente y pone en antecedentes: "Ahí dentro te vuelves muy desconfiado, cuesta mucho relacionarte con la gente, pero con la foto tu mirada ya no es de alerta, sino para sacar lo mejor de cada uno", describe. 

REALISMO

Fotos que rezuman realismo, valiosos pedacitos de cotidianeidad en el cautiverio, pero que por mucha creatividad que atesoren no alcanzan para proyectar la dureza del trullo. Para eso, hay que escuchar a los protagonistas: "¿Cómo puedes tener una oportunidad en la calle cuando ya te la niegan dentro? Tenemos un psicólogo para ciento y pico presos", explica Jorge. Y Fer habla de "la gran mentira de la reinserción", de la hipocresía de un sistema que le ha fallado a él y a muchos como él cuando más lo necesitaban. "Debí entrar en la cárcel con 18, cuando delinquía porque era un toxicómano y apenas salía del juzgado ya pensaba dónde ir a atracar para calmar mi abstinencia; al final te meten en prisión con 50 causas y te arrebatan 19 años", dice Fer.

Relatos descarnados como este solo podian proyectarse con fotos analógicas y en blanco y negro, un formato "más empático con el fotógrafo por el grado de abstracción que garantiza", explica Pau Coll, el fotoperiodista que coordina el proyecto junto a la fotógrafa Mireia Bordonada. Talleres inspiradores no solo para los reclusos, también para Coll, deslumbrado "por su tremenda capacidad de resistencia y de adaptación" a unas condiciones tan difíciles.

Aptitudes que prometen poner en práctica allí afuera, cuando recuperen la libertad. Unos, como Fer, decidido a consagrar todo su tiempo a "una niña maravillosa" que ha cambiado su vida desde hace 3 meses. Otros, como Jorge prefieren ir improvisando, "sorteando los golpes de la vida como buen boxeador", sabiendo que el porvenir volverá a estar en su mano.