La renta mínima cubre al 20% menos que hace 3 años con el mismo dinero

Protesta en el Parlament contra las restricciones en la renta mínima de inserción (RMI), en agosto del 2011.

Protesta en el Parlament contra las restricciones en la renta mínima de inserción (RMI), en agosto del 2011.

TONI SUST / BARCELONA

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Algo no cuadra en la renta mínima de inserción, la prestación social que da respuesta a las situaciones más vulnerables y cuya gestión ensalzó la semana pasada el presidente de la Generalitat, Artur Mas, al hacer balance de la obra de su Gobierno. Como proclamó Mas, la ayuda contó en el 2014 con el presupuesto más alto de su historia: 173 millones de euros. Fue por poco, por tres millones. Sin embargo, pese a ese dinero, en septiembre pasado había solo 26.400 titulares en la prestación. Más del 20% menos que tres años atrás cuando, en abril del 2011, se contabilizó la cifra más alta: 33.722 titulares. Entonces el presupuesto de la RMI fue el segundo más elevado de la historia, con 170 millones, solo tres millones menos. Pero, en cambio, 7.000 titulares más que ahora contaban con ese apoyo.

La explicación más plausible es que gran parte del presupuesto del 2014 se empleara para lubricar la maquinaria de una prestación bloqueada, que en el 2012 y el 2013 vivió su peor momento. Esa es la información más plausible porque en Empresa i Ocupació no pueden dar detalle, todavía, del porqué de la diferencia entre número de titulares con el mismo presupuesto. Los números del 2014 están por cerrar y los desvelará el 'conseller', Felip Puig. «El incremento de titulares ha sido muy significativo», afirma el director general de Economía Social i Cooperativa, Xavier López, que agrega a renglón seguido que no puede precisar cómo de significativo. Pero se intuye que no han ingresado 7.000 titulares en tres meses. Un termómetro que no falla para estudiar cómo está la RMI es el del ritmo de acceso a la ayuda. Lo explica Ester Sánchez, jefa de departamento de apoyo a la persona de Arrels: «En el 2011 pasaban 45 días entre que pedías la ayuda y, si veías reconocido tu derecho a tenerla, empezabas a cobrarla. En el 2013, pasaba un año. En la práctica se paralizó la entrada de expedientes. Ahora, pasa medio año».

«Estamos por debajo de cuatro meses», puntualiza López, que afirma que se han pagado deudas, pero que el grueso del presupuesto se ha gastado en la prestación, algo que no se discute. También ha habido un millar de planes de ocupación para titulares de la RMI.

Pero las cifras de la prestación, más allá de su presupuesto, son un misterio: «Empresa da pocos datos al respecto», dice Teresa Crespo, presidenta de Entitats Catalanes de Acció Social y presidenta del Capsif, órgano asesor de Artur Mas en política social. Crespo se muestra decepcionada con la gestión de la prestación, que fue duramente recortada en el 2011: «Dos años sin noticias. Dijeron que harían una ley y una reforma de la RMI y no sé si al final se hará».

CAUSAS Y CONSECUENCIAS

Crespo va más allá y cree que hay un problema de modelo: «Los temas de pobreza y desigualdad no se han resuelto. Se han resuelto las urgencias, pero no se ha hecho una política social transformadora. Que no nos digan que tenemos becas de comedor. Con una política social de verdad no necesitaríamos becas de comedor. Si fuéramos a por las causas y no solo a por las consecuencias». Y sentencia: «No se ha dado prioridad a las políticas sociales».

«Tendría que ser obligatoria una memoria de la renta mínima. En Rubí hay 76.000 personas y no tenemos ni idea de los datos de la aplicación de la prestación en el municipio», afirma Núria Garrido, trabajadora social en este municipio del Vallès Occidental y miembro de la comisión de servicios sociales básicos del Co·legi de Treball Social. «El presupuesto aumenta porque se están regularizando prestaciones que no se estaban pagando», asegura. Y pone un ejemplo teórico: una madre joven que se quedara sola, víctima de malos tratos, ve aumentada enseguida su prestación, algo que hace 12 meses no era posible.

Ester Sánchez denuncia que con el perfil de los usuarios de Arrels, el de una persona sola, se reciben, en números del 2014, 459 euros mensuales: «Con ese dinero no se puede vivir en Barcelona. No hay forma de lograr una estabilidad». Y pide replantear la situación por la vía de identificar y diferenciar los perfiles. Porque aunque la salida laboral es la ideal para todos, «hay gente que nunca podrá trabajar», como sostiene Crespo.

Los últimos presupuestos de la RMI han sido, pues, de 170 millones de euros en el 2011; 130 millones en el 2012; 130 millones en el 2013 y 173 millones en el 2014. Cabe concluir que el del 2014 se empleó en parte en invertir lo que se dejó de invertir entre el 2012 y el 2013. Algo que se comprobará el día que Empresa i Ocupació cierre las cifras de la RMI del 2014.