DE LA REALIDAD A LA PANTALLA Y VICEVERSA

La receta de Walter White

Nagai Nagayoshi sintetizó la metanfetamina en 1893, pero su fama actual es obra de una serie de televisión

Walter White, en primer término.

Walter White, en primer término.

CARLES COLS / BARCELONA

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La metanfetamina ha quedado ligada para unos cuantos años a Breaking Bad, epopéyica serie de merecida fama, tanta que ha convertido la droga de marras en la droga de Breaking Bad incluso en España, donde por ahora apenas se consume. Quedan pocas dudas ya de que las desventuras de Walter White, el protagonista en la ficción, han tenido un enorme impacto en la realidad. Incluso le han salido imitadores. En Illinois detuvieron meses atrás a un cocinero de metanfetamina que para trabajar se ponía su camiseta de Los pollos hermanos, tapadera en la serie de una red de narcotrafico. ¿Por qué?

La metanfetamina es una vieja amiga de la sociedad moderna. La sintetizó por primera vez un químico japonés, Nagai Nagayoshi, en 1893. Lo que Walter White hace en los primeros capítulos de la serie es precisamente lo que los químicos conocen como la ruta Nagai, es decir, la producción artesanal de una bomba altamente adictiva a partir de sustancias relativamente fáciles de obtener, pseudoefedrina, presente por ejemplo en jarabes y pastillas antigripales sin receta médica, fósforo rojo, el componente esencial de la cabeza de las cerillas, y cristales de yodo, que se puede extraer de algunos desinfectantes de droguería. Así es, no hay que cultivar nada en las laderas de Afganistán o en las colinas de Colombia para tener algo que vender. La materia prima está al lado de casa, en el barrio. Solo basta con ser un buen químico, titulado o no. White lo era. Era profesor de instituto. Jamás consume su creación, pero pronto tiene una adicción mayor que la propia droga que cocina: el dinero. La serie, en realidad, no trata sobre la metanfetamina, sino sobre el emputecimiento moral del protagonista, sobre su sed insaciable por escalar su propio ego, lo que le lleva a abandonar la ruta Nagai y explorar fórmulas más industriales de producción. En eso, la serie resulta ser, de nuevo, de una fidelidad extraordinaria a la realidad.

En Estados Unidos, para cazar a los pequeños Walter White basta con seguir la pista de las compras inusualmente altas de pseudoefedrina. En la serie, el protagonista decide evitar ese riesgo y pasa a emplear metilamina, una sustancia empleada en la industria de muy difícil obtención, pues no en vano la agencia antidroga de Estados Unidos lleva un estricto control de su venta y uso. Con la metilamina, la trayectoria delictiva de Walter White da un salto narrativo que los espectadores agradecieron con una fidelidad a la serie hasta su último capítulo.

BLANCA, NO AZUL

Breaking Bad, en definitiva, es un retrato muy realista de la cadena de producción, distribución y venta de la metanfetamina. Hay, no obstante, una singular licencia más estética que otra cosa. La metanfetamina de White es azul, y esa droga, ni en Japón en 1893, ni cuando el doctor Theodor Morell se la suministraba a Adolf Hitler cuando la guerra se le volvió en contra, ha sido azul. Es blanca. Pero en Estados Unidos hay hoy metanfetamina azul. Los narcos usan colorante para lograr ese efecto. Influencia de Breaking Bad.