La llegad a casa

«No quiero comer más pasta»

MICHELE CATANZARO

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Nápoles ya está lejos. Óscar Sánchez tiene la sensación de que han pasado años desde el momento de su liberación. Sin embargo, era tan solo el miércoles por la tarde cuando se apresuraba por el pasillo de la cárcel de Poggioreale en Nápoles, «corriendo por el miedo de que en el último minuto no me dejaran salir», recuerda el lavacoches.

Quizá sea ese mismo miedo lo que le impulsó a coger el primer avión que salía de Nápoles para Barcelona, ayer a la una, tras pasar la noche en un hotel, el Buono, a escasos metros de la cárcel donde estuvo encerrado durante 626 días. Tuvo que compartir la cama con su primo Juan, pero durmió«bien»,asegura: era su primera noche como hombre libre tras su calvario.

Óscar no se dio tiempo para pasear por Nápoles.«Me voy sin muchas ganas de volver»,confesó ayer en el aeropuerto. De su estancia en Italia, solo recordará celdas, rejas, y una fugaz visión de las cúpulas y los puentes de Roma.

Aprender y madurar

Sánchez quiere pasar página de su pesadilla italiana.«Quiero volver a trabajar en el autolavado, apuntarme a un colegio, aprender cosas y madurar: ser más hombre, más responsable e independiente»,confiesa. Para unas vacaciones, prefiere«un mar del sur»,en España.

Como si se hubiera recuperado inmediatamente de lo ocurrido, durante el viaje en avión no dejó de bromear y reír de esa manera característica que ha sido tan importante para sacarle de la cárcel.

«Vuelve sin rencor, muy contento y agradecido a todos los que lo han apoyado»,resume su primo. Pero los recuerdos de la violencia sufrida en la cárcel de Nápoles emergen a ratos.«Tienen que hacer algo para cambiar las cárceles italianas»,comenta Óscar, pensado en los que se han quedado.

Antes del aterrizaje de Óscar, en el aeropuerto de El Prat ya había una gran expectación. La megafonía del avión anunciaba que«Óscar Sánchez y sus acompañantesdeben salir primero del vehículo».En tierra, le esperaban la delegada del Gobierno, María Sánchez de Llano, y la directora del aeropuerto, Sonia Corrochano.«No quiero comer más pasta». Eso fue lo que les dijo a ambas Óscar ya en tierra, otro ejemplo de que su deseo e intención en dejar atrás su experiencia en Italia.

Los primeros en abrazar a Óscar fueron Jordi y Rosa Funtané, impulsores de la plataforma que ha reivindicado su inocencia durante los meses de su cautiverio. También le esperaban otros amigos con carteles y camisetas con el lema«Justicia para Óscar».A su alrededor, un pelotón de cámaras y micrófonos de televisiones y radios de toda la geografía española.«Me lo esperaba, y me daba un poco de miedo enfrentarme a esto»,confesó el lavacoches --que en la cárcel era consciente de que su caso era conocido en España- al ver el interés que generaba su presencia.

Sobre las 16.30 horas, Óscar llegó a su pueblo. Su primera parada fue el Ayuntamiento, donde le esperaba el alcalde Francesc García (CiU) y otros miembros del consistorio, para compartir con él una copa de cava. A sus preguntas sobre los veinte meses pasados injustamente en las cárceles italianas, contestó:«Nunca en mi vida me insultaron tanto con en Poggioreale».«He recibido cartas y mensajes de todo el mundo. Desde Sudamérica y Europa. Es lo que me ha dado más ánimos para no rendirme en la cárcel»,confesaba ayer Sánchez.

Tras la reunión en el Ayuntamiento, Óscar y sus familiares se desplazaron a la plaza de les Mallorquines, donde, ansiosos por darle un abrazo, le esperaban unos 300 vecinos y numerosos medios. Apenas apareció en la plaza, corrieron hacia él. Era fácil ver lágrimas de emoción ayer en Montgat.

Paella y cerveza

No le dejaron dar ni un paso. El que podía le abrazaba y los demás intentaban como fuera acercarse a él.«Qué alegría verte»,«Bienvenido a casa»,«Ya era hora»,decían.«He soñado con todo esto. Con toda la gente y con estar aquí de vuelta», confesó Óscar, emocionado y al fin rodeado de sus amigos. Instantes después le esperaba una paella y una cerveza en el bar Marina, acompañado de sus amigos más cercanos, como si nunca se hubiera ido.

En ningún momento Óscar dejó de agradecer el apoyo y el recibimiento de sus vecinos.«No me esperaba a tanta gente y tanto apoyo. Estoy súper agradecido»,declaró. Los vecinos se sorprendieron de cuánto hablaba Óscar y de lo bien que se le veía. Y es que en ningún momento dejó de sonreír. H