Lo que no es prevención es llegar demasiado tarde

Violencia infantil

Violencia infantil / periodico

Emilie Rivas. Save the Children

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Cuando nos referimos a la atención que debe recibir un niño víctima de cualquier tipo de violencia, debemos tener presente que todo lo que no es prevención significa llegar demasiado tarde. Es llegar una vez el menor ha sido golpeado, abusado, chillado, menospreciado…

Es obvio que hay que proteger a los niños para que no sean víctimas de actos violentos, pero el sistema de atención a la infancia responde a una lógica diferente que actúa una vez se ha producido el acontecimiento violento y, por lo tanto, llega demasiado tarde.

El sistema de atención a la infancia en España, y también en Cataluña, está centrado en la constatación de los hechos violentos y en base a estas pruebas despliega una serie de medidas y mecanismos destinados a limitar los efectos de la violencia recibida por el menor. En este sentido, se propone una acción posterior que sólo puede limitar efectos colaterales de la violencia sufrida.

Esto se debe principalmente a dos factores. Por un lado, porque nos guiamos por el principio de presunción de inocencia en lugar de basarnos en el interés superior del niño que requiere otro enfoque y otras acciones. Por el otro, porque como no hay datos reales de prevalencia de la victimización infantil creemos que se dan muy pocos casos, y que por lo tanto no hace falta desarrollar un sistema preventivo.

Pero ahí hay dos argumentos de peso. Primero, aunque fuera por un sólo niño, para proteger a este único niño deberíamos poner en marcha dispositivos preventivos, porque todos los menores tienen el derecho de ser protegidos contra cualquier forma de violencia. Y segundo, porque no se trata de un sólo niño, sino de muchos. El problema es que no hay ninguna macro encuesta que pueda decir cuántos niños son víctimas de violencia, pero sí que sabemos algunas cosas sobre su prevalencia en las formas de violencia más graves. Por ejemplo, una de cada dos víctimas de abuso sexual es un menor y el 17% de la población en Cataluña ha sufrido violencia sexual en su infancia. Por lo tanto, son muchos niños y son muchos casos que se podrían evitar. A pesar de ser un fenómeno imposible de erradicar totalmente, está comprobado que con programas de prevención sistemáticos, se puede reducir el número de niños víctimas de abuso sexual y también el tiempo del abuso.

En el informe de Save the Children “Ojos que no quieren ver”, recogemos algunas buenas prácticas de Canadá y Estados Unidos donde desde los años ochenta se llevan a cabo programas de prevención del abuso sexual infantil en las escuelas. Los resultados demuestran que los niños que participan en estos programas tienen más conocimiento sobre el abuso y sobre las estrategias para evitarlo. Además, comparando estos menores con otros que no han seguido programas de prevención, los primeros demuestran más control y más seguridad, y si se produce un caso de abuso lo comunican antes.

Pero lo más importante es que ha quedado demostrado que un mayor conocimiento sobre lo que es el abuso repercute en una menor prevalencia de este tipo de violencia. Una encuesta llevada a cabo en Estados Unidos con unos 1.000 estudiantes, concluyó que aquellos que no habían participado en programas de prevención tenían el doble de posibilidades de haber sufrido abusos que los que si habían participado en los mismos.

En Cataluña existen campañas y proyectos puntuales que dan a conocer los abusos a los niños y niñas, no obstante estas acciones son anecdóticas y por lo tanto carecen de un planteamiento estratégico y, consecuentemente, de resultados. Para ser eficientes, los programas de prevención no pueden ser charlas ocasionales sino que tienen que ser contenidos integrados en el currículo, que los alumnos reciben en diferentes ocasiones, de manera repetida y siempre adaptados a su edad.

Si no se implementan de esta manera, se está desaprovechando el potencial que existe en la escuela para revertir las situaciones de violencia e incidir radicalmente en el problema del abuso sexual infantil.

Los casos de violencia contra la infancia y más particularmente el abuso sexual, empiezan por un abuso de poder. En este sentido, es responsabilidad de las administraciones públicas en protección de infancia empezar a empoderar a los niños para que sean menos vulnerables a sufrir abusos, y si se da el caso, que sepan reaccionar de manera efectiva.